Y a Valverde se le olvidó el Athletic

"El Athletic es mi casa", declaró Ernesto Valverde Tejedor antes de su trasvase Bilbao-Barcelona, de San Mamés al Camp Nou, que no de Lezama a la Masia, pues bien sabía el 'buen desertor' que, al frente del Barcelona, sentado en el banquillo blaugrana, un chasquido de sus dedos traería a su presencia a su amigo Guillermo Amor, al que le pediría refuerzos para una plantilla que le asegurara la consecución de todos los títulos que durante una temporada se ponen en juego.

Luego se servirse del Athletic Club, en vez de ser el primero de sus servidores, tras dejar una plantilla desguazada en su empeño de procurarse los días de gloria que le trasladaran a ese futuro cercano cuyo destino tan bien sabía, Valverde abandonó Lezama luego de haber desvirtuado el carácter ofensivo del 'llegador' 'Desmarcos'. De haber jugado con la carrera de futbolista de Beñat Etxebarria, al que, tras la fuga a Inglaterra de Ander Herrera, se obcecó en ubicarlo de segundo delantero, detrás de Aduriz.  Ya en su primer curso en el banquillo del Athletic, cometió la obscena torpeza de ubicar al hoy 'red devil' en esa media punta que le era inherente a 'Gudari' el de Biasteri, ese portento de la naturaleza al que Marcelo Bielsa colocó como en la nada para desde ella surgir protagonizando sorpresivas apariciones en la zona de máximo riesgo de las áreas rivales. Con Beñat de segundo delantero, castigado a ver el fútbol de espaldas, el medio centro de Igorre, condenado al fracaso, tuvo que oír de todo: "Beñat hijo de puta vuélvete a Sevilla". Y Valverde, como si con él no fuera la cosa: "No hace lo que yo le pido"...
  Obsesionado, terco como una mula, incapaz de saber ser 'antisistema', 'se pidió' a Raúl García para que ocupara lo que un día fuera de De Marcos, otro, de Ander Herrera, un tercero de Beñat, hasta que, sintiendo que había acertado, muy ufano, empezó a destrozar el último tramo de la carrera de un extraordinario jugador que, a las órdenes de Simeone, jugaba de todo menos de esa suerte de madero que, clavado al borde del área, parecía el palo de una cruz que estuviera sustentando el firmamento.  Se cargó a Susaeta a las primeras de cambio. Markel. Ese 'Estilete' al que Bielsa le dijera un día: "Ni usted mismo sabe hasta dónde puede llegar". Era de tal grado el hundimiento del eibartarra, que, cuando le tocaba saltar al campo, era tocar el balón y llover sobre su liviano cuerpo toda clase de insultos. Por la banda derecha, colocó a Iñaki Williams, de nuevo empecinado Ernesto Valverde Tejedor en alterar la esencia más pura de los futbolistas. Y es así que hoy es el día en el que Williams no sabe, el pobrecito, si es extremo derecho, centrocampista por la banda diestra o  siniestra, delantero centro, ariete era cuando Ziganda lo subió al Bilbao Athletic para que se gustara ejecutando porteros con su disparo brutal.  Con Iker Muniain, Valverde podría haberse apuntado el tanto de haber pasado a la historia como el el primer entrenador que fue capaz de colocar sistemáticamente, o sea en la pizarra, a Iker en el centro de esa línea de tres que se trazaba  entre el Zorro Aduriz y ese doble medio centro en el que, bajo su mandato, medraron Iturraspe y Mikel Rico hasta que el tiempo, implacable,  los desalojara en beneficio de Beñat (ese Etxebarria que él se emperraba en que oficiara de segundo delantero) y Mikel San José. 1-4-2-3-1: ¡de ese sistema no le movía ni Dios!. Pero... ¿A qué jugaba Ernesto Valverde?...
  Ahora que suena 'Siniestro Total' en las tardes de partido, ¿Qué tipo de oferta era la que 'Txingurri' (Tira... Parkatu... Ez dezagun 'Txingurri' esan Barcelonaren teknikoari izena emateko orduan, bertakoak gugaz haserre ez daitezen!)... le ofrecía a la afición de San Mames? Era... ¿Quieren de verdad que se lo diga?... Miren que si no les gusta...  Era De Marcos corriendo una y otra vez los '105 metros lisos'. Era Balenziaga haciendo otro tanto. Era Yeray, regalo personal de Ziganda. Era Laporte dibujando diagonales en el aire. Era Iñaki Williams esprintando  como un poseso. Era un virtuoso 'Rulo' despreciado. Era San José robando. Era Beñat abriendo a las bandas y ejecutando la estrategia. Era Iker Muniain dotando de estilo al juego del equipo. Era Aduriz sacándole las castañas del fuego. Era, en fin, el egoísmo de un entrenador personalizado en la figura de Valverde. Era el que vino a servirse, y no a sentar las bases de un 'sólido' Athletic. Era. Érase que se era. Porque ahora ya no es...  Supo esperar. Tuvo paciencia. Ahí radica su verdadero mérito. El Barcelona habría de llamarlo... y él lo sabía. Ese Barcelona que no precisa entrenador, sino un titulado que se deshaga en elogios hacia uno de sus pupilos, argentino él, llamado Messi. Que le ría los mordiscos y las patadas a Luis Suárez. Que reúna a los capitanes y les pregunte, ¿Cómo lo hacían hasta ahora, muchachos?, Así, Pues sigan jugando de la misma manera...  Esta tarde, me presenté ante el televisor cuando Alcácer ya había marcado estando su servidor, Alba, en fuera de juego. Desde el otro lado de la pantalla, se gritaba "¡Masacre!", mientras un irreconocible Santi Segurola oficiaba de juez que... "a un púgil noqueado le cuenta desde uno hasta diez" Era la promesa de una goleada que terminaría empezando por el número uno de un  10 a 0. Era. Érase que se era...
  Érase un segundo acto que comenzó con un dos a cero goles. Fue una segunda parte en la que el Athletic, de haberse mostrado audaz y atinado en la media docena de veces que puso al Barcelona contra las cuerdas de su portería, podría haber volteado el marcador. Pero, claro, como estos jugadores, aparte de cándidos, carecen de pericia, Ernesto Valverde, a la hora de la Sala de Prensa, se marcó la indecencia de no nombrar ni una sola vez al Athletic, "¡Mi casa!'...
¡Venga, Ernesto, eso lo dijo la criatura de 'E.T'!... Lo tuyo es... Ya lo sabes, dilo de una vez: "En la segunda parte hemos levantado el pie inconscientemente"... ¿Instinto generoso por tu parte... o una clase magistral de soberbia, una prepotencia que no cabe en tu pequeño pecho, la voz de tu amo acaso, ese perro de presa (central zurdo él) que azuzas de salida y por si acaso, la insoportable chulería de un millonario prematuro, el humillante festejo del verdadero entrenador de este equipo, ese tu Dios y que ni se te ocurra no rendirle culto así que la misa de los domingos se haya acabado, y si pide tarjeta para los leones, levantas tu dedo pulgar, y cuando a Aritz Aduriz 'la masa que procura tu sueldo' le abuchea en su salto al campo, ni un reproche gestual, pan y circo de un un gentío para  que olvide que los padres de su monetaria patria están encarcelados?...  Vale, que era el partido y su fragor. "En la segunda parte, levantamos el pie inconscientemente"... ¿Es esa la parte del 'Gure Estiloa' que del Athletic, que te dio de comer a pesar de tanto disparate sobre el campo, te llevaste?... Ni un mérito, ni una sola bondad, ni un acierto en la segunda parte de un Athletic que jamás se movió por el campo... Y, lo más grave, la traición al Aritz Aduriz que te sostuviera en el cargo cuando tú hacías que nos vinieran mal dadas: ¿Por qué no afeaste los pitidos sin sentido al Roble Aduriz del que seguirán naciendo los cachorros en Lezama?  ¡No defender a Aritz!... ¡No sacarle la cara a Aduriz!... ¿El Athletic dijiste que era tu casa?... Creo que te has confundido de calle. Cada vez me cae peor el Barcelona, y por ende, tú, Ernesto Valverde Tejedor. "TXARRENETAN, HARRO: ATHLETIC, BETI ZUREKIN!  Post-Scriptum: "El Athletic es mi casa"... "El Athletic es mi Club de referencia"... Ene bada: Hamaikak ikusteko jaioak gara!
Por Luis María Pérez 'Kuitxi', exfutbolista y periodista

@LuismaPrezGartz