Lo que la gran mayoría de aficionados del Athletic Club deseaban se ha cumplido en el día de hoy. Con el pitido final del duelo ante el Espanyol termina la etapa de José Ángel Ziganda en el banquillo del club bilbaíno.
La campaña 2017/2018 será una que el técnico navarro querrá olvidar, además de intentar sacar el mayor número de cosas positivas que se puedan de la misma. Desde el día de su presentación no terminó de despertar la ilusión de su afición, ni siquiera con su buen inicio en liga.
El batacazo ante el Formentera tampoco le ayudó, sumado a la pésima racha que encadenó el equipo tanto en San Mamés como lejos de él. La falta de acierto a la hora de intentar dotar a los suyos de un estilo de juego reconocible es otra de las razones que hacían desconfiar a la hinchada. Sin embargo, si algo no se le puede reprochar es lo mucho que ha trabajado intentando dar la vuelta a la situación.
La Europa League era el único reducto de ilusión que le quedaba. Un torneo en el que dio la sensación de que fueron salvando situaciones críticas hasta que llegó un cuadro de mayor nivel y les privó de seguir adelante.