Ya son unos cuantos los jugadores que han salido del Athletic Club de Bilbao últimamente. A saber: Fernando Llorente, Ander Herrera, Javi Martínez, Fernando Amorebieta, Aymeric Laporte y ahora Kepa Arrizabalaga.
Está claro que el modelo de fútbol, absolutamente negocio, de este Siglo XXI manda y cada día pone más trabas con su lluvia de millones audiovisuales y de merchandising al espíritu romántico y único de un club que debe nadar en aguas llenas de tiburones, convirtiéndose a veces también él en el Megalodon de su pecera.
Es el juego, feo y al patapum p'arriba, pero lo aceptas o te comen. También es cierto que las arcas de Ibaigane han ingresado 221 millones con 4 cláusulas ejecutadas en 5 años.
La perspectiva de la entidad de San Mamés pasa por entender la situación aunque duela. Ya no hay derecho de retención y el mundo es global, al final la identificación queda mayoritariamente en los hinchas.
Sin dejar de protegerla, la clave es la ambición: golpear en las canteras y en las plantillas de sus caladeros, pocos, factibles y trabajar mucho y con mucho acierto en Lezama y en el fútbol vizcaíno. No queda otra. La mejor defensa es un buen ataque.