Aritz Aduriz colgará las botas al final de esta temporada, si es que al final puede concluir debido a la crisis del coronavirus, para convertirse en leyenda del Athletic Club. A sus 39 años, cumplidos el pasado febrero, el '20' mantiene intacto su instinto competitivo. Disfruta con el fútbol. Pero después de casi dos décadas en la elote y más de 500 partidos en sus botas su cuerpo ha dicho basta.
"En la vida todo tiene un principio y un final. Cuando empezamos a jugar todos sabemos que habrá un momento en el que dejaremos de hacerlo. Pero, por otra parte, mi porqué es el cuerpo. Mi cadera ha dicho basta. Ya sabía que venía con molestias del año pasado; tuve muchísimas dudas en verano y al final entre todos decidimos continuar un curso más. Pero tenía claro que no podía pasar de esta campaña. Mi cadera está muy tocada, y no da más de si", confiesa Aduriz en una entrevista publicada en el último número de la revista Panenka.
El delantero añade que "nivel mental" no tiene dudas de que seguiría jugando. "Es que me lo paso muy bien. Me encanta competir y me encanta ir todos los días a entrenar. Al final esa es la clave", subraya.
Aduriz, además, repasa sus inicios y cómo su familia, aficionados al esquí y la montaña, "medio rechazaba" su pasión por el fútbol. "Nunca me prohibieron jugar, ni mucho menos. Simplemente hubo un momento en el que tuve que elegir. Yo hacía esquí de fondo y competía, pero por falta de tiempo y la posibilidad de lesionarme, tuve que elegir entre una cosa u otra", comenta.
Sobre aspectos ajenos al fútbol, el delantero confiesa su especial sensibilidad con la protección del medio ambiente y que para sus desplazamientos utiliza un coche eléctrico. "Conozco futbolistas que tienen inquietudes parecidas. Y habrá muchos más. Estoy segurísimo. No me siento nada diferente al resto, ni saco pecho por ningún lado. Tengo compañeros que se mueven en bicicleta habitualmente por la ciudad en la que viven", señala.
También echa en falta un mayor compromiso de los profesionales en temas como la homofobia o la visibilidad del fútbol femenino. "Es cierto que en ese punto estamos más lejos (que en el tema medioambiental). Probablemente porque no nos damos cuenta lo suficiente de que esto que hacemos tiene una repercusión brutal, y que poniendo un poquito de voz a ese tipo de cuestiones podríamos llegar muy lejos (...). Influenciamos en muchísima gente, y hay que usar esa responsabilidad para que cambien las cosas", recalca.
Apunta también que le da "bastante pereza" el "estereotipo en el que encasillan a los futbolistas". "Seguramente yo tendré un montón de defectos, peor no me gustan que nos metan a todos en el mismo saco, cuando no somos todos iguales", lamenta.