Hoy cumple 29 años. Iñigo Martínez es una persona que habla claro, no se va por las ramas. El de Ondarroa admite haber sido aficionado del Athletic Club desde pequeño, pese a haber sido uno de los referentes del eterno rival durante varias temporadas. Tuvo que buscarse la vida para llegar a ser profesional y en cuanto se le presentó la oportunidad de volver a casa en enero de 2018 no dudó en aprovecharla.
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— Iñigo Martinez (@InigoMartinez) May 17, 2020
Comenzó jugando en el equipo de su localidad, el Aurrera de Ondarroa, un modesto club al que más adelante ayudaría considerablemente y del que se convertiría en socio de honor. De los 32 millones que pagó el Athletic por él, el 10% pertenecía a su club de formación. Tendrían que haber recibido 3,2 millones, pero el contrato permitía un máximo de 600.000 euros. Para la gente del Aurrera fue como ganar la lotería.
A los 15 años llegó a Lezama y pese a que su fichaje estaba recomendado por uno de los ojeadores, fue descartado. Ahí fue cuando entró la Real Sociedad, donde recaló en 2006. Fue un paso complicado, le costó abandonar tan joven su pueblo de toda la vida.
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No pensaba en ser profesional, poco a poco fue dando pasos hacia su sueño y llegar al filial realista ya supuso un logró enorme para él.
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En Donosti fue todo un ídolo, llegando a decir que nunca iría al bando rival. El Athletic le sufrió en el campo, con grandes actuaciones y hasta goles desde el centro del campo.
Pero con el tiempo la felicidad fue desapareciendo y llegó enero de 2018. Laporte se fue al Manchester City y desde la directiva lo tuvieron claro: Iñigo era su hombre. Regresó al Athletic en un fichaje que sentó realmente mal en el eterno rival. El fútbol no tiene memoria e Iñigo Martínez lo vivió en primera persona. Jugó su primer derbi como león en Anoeta en un clima de tensión, donde fue recibido con gritos de "¡Iñigo muérete!" y con billetes de todo tipo, desde 10 a 500 euros, con su cara impresa en ellos. Todo esto acompañado de sonoras pitadas en cada uno de sus contactos con el balón. Pese a todo esto, supo sobreponerse y sobre el campo pareció no afectarle.
Iñigo Martínez ha vivido una mutación de colores a lo largo de su vida. Al poco de su fichaje, el Athletic publicó en su Twitter varias fotos del central vizcaíno con la camiseta rojiblanca, mostrando el amor que procesaba por esos colores ya desde pequeñito. "En el pueblo -la localidad vizcaína de Ondarroa- casi todos son del Athletic, mi familia, mi gente. Para un vizcaíno siempre es especial jugar en el Athletic. Imagínate yo que soy vizcaíno y que desde siempre he mamado todo esto. Siempre estaré muy orgulloso de formar parte de esta familia. Desde pequeño ya empecé a ser del Athletic" explicó en una entrevista difundida en la web del club bilbaíno.
Fuera del campo nos encontramos con una personal corriente que disfruta pasando el tiempo con su familia. Su pareja y su hija son las protagonistas de su vida cuando no está vestido de corto. Así lo demuestra en sus publicaciones en las redes sociales, donde no duda en mostrar con orgullo a su pequeña y el amor que siente por ella. También se muestra comprometido con causas solidarias que afecta a niños y niñas, además de ser un defensor del euskera, hablándolo cada vez que puede.
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Así es Iñigo Martínez, un futbolista que ha vivido lo que es ser adorado por las aficiones de dos clubes rivales. Una persona corriente que llegó a ponerse nervioso en su debut como león en febrero de 2018. Todavía sigue buscando su primer gol, con ese balón al larguero de Sevilla en el recuerdo. Apostó por ser feliz cuando dejó de serlo en la Real Sociedad y su personalidad le permitió aguantar el cambio para convertirse en un pilar del Athletic.