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La muerte de D10S: Maradona revisitado

Alejandra Herranz

Maradona... En el fútbol, la inmortalidad está en una jugada. Como si fuera hoy, veo a ese jugador morrudo que había sacrificado su gusto por la carne asada y tantas otras cosas para llegar a su mejor Mundial, con el mejor gol de todas las copas del mundo. Giró en el medio del campo con pelota dominada y enfiló para el arco contrario defendido por Peter Shilton. Dejó seis jugadores en su particular senda de barrilete cósmico. Y nos hizo emocionar, a todos.

En aquel Argentina-Inglaterra de la Copa del Mundo FIFA México 1986, Diego Armando Maradona se graduó de D10S. Con los dos goles que marcó, quedó para siempre cerca del Dios verdadero, como en el cuadro “La creación de Adán”, de Miguel Ángel. Sólo que Maradona, con su puño pícaro y su picardía de potrero, convirtió el primero de esos dos tantos con la mano de Dios. Y el segundo, con su talento y su capacidad de juego.

Maradona, tras anotar uno de sus famosos goles ante Inglaterra en el Mundial de México 1986.

Como 10, fue de los mejores en cualquier cancha. Como entrenador, lejos de su brillo e inteligencia como jugador: apenas podía gestionar su vida, no encontraba la senda para gestionar grupos de 25 jugadores, más la institucionalidad de un club o de una federación y toda la exposición que eso implica -y complica.

En la vida de un futbolista, todos los días, cada día, es una jugada que no cesa; un largo partido es su vida.

Diego Armando Maradona fue padre reconocido y no reconocido. Fue Pelusa, el hijo de Doña Tota y de Don Diego. Fue el embajador sin cartera de Villa Fiorito. Fue cebollita de los infantiles de Argentinos Juniors, donde entretenía con su juego con el balón en el entretiempo de los partidos del primer equipo.

Diego Armando Maradona fue jugador de su amado Boca Juniors. Fue objeto del pase más caro de su tiempo: 7 millones de dólares de 1983, cuando lo fichó el Nápoli desde el FC Barcelona. Fue capitán de la selección argentina y, con ella, campeón y subcampeón del mundo en 1986 y 1990, cuando la dirigió Carlos Salvador Bilardo.

Maradona celebra uno de sus goles con el Nápoles durante la temporada 1989/90.

Fue muchísimas más cosas.

Mediocampista magistral, dueño de un físico a prueba de desastres. Una persona adicta, que consumió cocaína y alcohol por años. Una persona que estuvo a vueltas con su peso y su sobrepeso, a tal punto de haberse sometido a una cirugía para implantarle un balón gástrico. Una persona con sus opiniones de fútbol, de política de aquí, de allí y de todas partes, y de todo cuanto pasara en los días. Una persona que fue objeto de adoración de una iglesia casi propia, la Maradoniana.

Sangrarán ríos de tinta estos días. Porque Diego Armando Maradona, a sus 60 años, murió de un paro cardiorespiratorio en la casa que estaba habitando en Tigre, en la provincia de Buenos Aires. A comienzos de este noviembre de 2020 le habían operado de un hematoma subdural en su cerebro. Había salido bien de la cirugía y estaba recuperándose en su casa, esperando para volver a dirigir el primer equipo de Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Este año 2020, el del coronavirus, compré el libro La hija de D10S, de su primogénita Dalma Nerea; el relato de una hija sobre su padre.

Mural urbano de Maradona.

En su “Epílogo para Papá”, Dalma Nerea Maradona Villafañe escribió a su progenitor públicamente, como un deseo de posteridad:

“Confieso que, a pesar de mis enojos, en el fondo yo veía el esfuerzo de mi papá por estar, por compartir momentos con nosotras. (…) Hoy puedo decir que desde que entendí que a mi papá no lo voy a cambiar nunca, tengo otra relación con él. (…) Y también creo que el gran problema que tuvo mi papá siempre, fue rodearse de gente que no quería lo mejor para él.

“En 1992, mi papá dijo: ‘Si me muero, quiero volver a nacer, y quiero ser futbolista. Y quiero volver a ser Diego Armando Maradona. Soy un jugador que dio alegrías a la gente, y con eso me basta y me sobra’. Yo, si me muero, quiero volver a nacer, y quiero volver a ser la hija de Diego Armando Maradona. Que no es Dios. Es mi Papá.”.

D10S ha muerto hoy. Imprevistamente, pasó a la inmortalidad en una jugada impensada, que muchos habían adelantado en infinitas crónicas apócrifas o aun en profecías autocumplidas.

Diego Armando Maradona ha muerto este mediodía argentino del miércoles 25 de noviembre de 2020. Y con él, murió D10S. A mí me basta con las alegrías que me dio con la magia de su juego, sin saberlo.

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