¡Viva la Copa de Rubiales!

Soy muy de Copa del Rey. Más de Copa que del Rey, todo sea dicho. Por eso mismo, voy a ser justo y voy a denominar a este torneo como la ‘Copa de Rubiales’, al igual que algunos periodistas de Madrid hicieron para descalificarle tras la eliminación de Real Madrid y Barça o después de que Athletic Club y Real Sociedad llegasen a la final. El nuevo formato de Copa que presentó Rubiales tras llegar a la presidencia de la RFEF pretendía devolver a los equipos más humildes la relevancia y el poder que habían perdido con el formato anterior.

Vale, no es un formato perfecto. Quizás es un poco injusto, porque no todos los equipos entran en liza desde el principio (aunque este año nos beneficie, porque jugamos la Supercopa en La Cartuja) o carece del romanticismo de la FA Cup o de la Copa francesa, porque no hay sorteo puro y no pueden jugar todos los equipos (algo que en cierto modo es un bulo, ya que cualquier equipo puede inscribirse a la Copa RFEF, una suerte de fase previa), pero es mucho mejor y más emocionante que lo que había antes.

La primera edición de la Copa de Rubiales, aún inconclusa, fue de sobresaliente para el fútbol bizkaino, y no solo porque el Athletic llegase a la final. Barakaldo, Sestao River y Portugalete también dieron la cara y se plantaron en segunda ronda tras eliminar a Villarrubia, CD Lugo y Extremadura UD respectivamente. Una nota que se convertirá en matrícula de honor si el 4 de abril el Athletic consigue vencer a la Real, esperemos que con público en las gradas.

Para el recuerdo queda aquél primer fin de semana de enero con un ambiente de fútbol espectacular en la Margen Izquierda. El Portugalete poniendo en apuros al Betis en una La Florida repleta de público, el espectacular ambiente y la comunión entre aficiones que se vivió en Lasesarre para el Barakaldo-Rayo Vallecano o el Athletic visitando Las Llanas en partido oficial, con más de uno en la tribuna con el corazón dividido.

Tuve la suerte de poder empaparme de ese ambiente de ilusión que generó la Copa. En Barakaldo, como hincha de mi equipo en uno de mis últimos partidos antes de entrar en la Junta Gestora. Me emocioné al ver Lasesarre lleno de gente y vibré con un gran partido de fútbol en el que la suerte no cayó de nuestro lado.

Como espectador neutral pude disfrutar de un Portugalete que fue superior en todo momento al Extremadura UD, de la rabia con la que Adrián Güemes disparó aquél balón desde fuera del área que a la postre fue el gol decisivo, de lo emocionado que estaba Yaser con su familia al acabar el partido celebrando la victoria…

Y como periodista, con Radio Nervión y Telebilbao, vi a un correoso Sestao River doblegando al Lugo en los penaltis gracias al empuje de su público y plantando cara a un Athletic que no les dio muchas opciones porque Garitano salió con el once de gala.

Este año, como todo el 2020 en general, va a ser diferente y más descafeinado. La ausencia de público lo hace mucho más triste y, en cierto modo, beneficia a los equipos grandes, aunque tendrán que adaptarse a unos céspedes y unas dimensiones que no tienen nada que ver con las alfombras en las que juegan cada fin de semana.

Pero seguirá habiendo sorpresas, cupsets como dicen los ingleses, y esperemos que una de ellas sea la del Amorebieta ante la UD Logroñés, la del Portu ante la Ponferradina de Bolo, la del River ante el Tenerife o, por qué no, la del Leioa ante el Villarreal CF.

Y es que, quizás el presidente de la RFEF no haya estado muy acertado en algunas decisiones, pero tenemos que agradecerle que haya diseñado este nuevo formato. ¡Viva el fútbol! ¡Viva la Copa de Rubiales!

Por José Manuel Simón (Radio Nervión y Telebilbao)