"Porque hay un placer perverso en creer merecerlo todo". Entrecomillado, porque la frase la tomo prestada. Y le invito a Marcelino a que la lea. Al entrenador del Athletic Club que, de un sábado a otro, tenía que hacer frente a una 'triada' interesante. Visitar el Wanda, recibir al Rayo Vallecano en San Mamés y y hacer frente en Mestalla al Valencia CF de Bordalás.
Al míster del Athletic le 'ponen' las victorias de prestigio. Vencer al Atlético de Madrid lo era. Asaltar Mestalla, plaza que habitó, lo es. Derrotar al 'equipo de Iraola' en La Catedral, siendo misión 'menor' y sumamente asequible, era la 'lechuga' emparedada 'entre col y col'.
Reparemos, si no, en los medios utilizados por García Toral, y de los que se servirá, para conseguir sus fines. Tres de tres. Nueve puntos. Rozar el liderato, o apropiarse de él, toda una 'proeza' aunque LaLiga Santander esté en sus inicios.
Y casi lo expolia si Villalibre hubiera acertado cuando no hacerlo era poco menos que improbable. Así y todo, salir vivo [0-0] luego de medirse al implacable 'ejército' de Simenone dejó satisfecho al técnico de Careñes. El primer reto, pues, superado. Y con muy buena nota. Por delante, Rayo Vallecano en San Mamés y Valencia en Mestalla. Los mismos puntos en juego en cada partido. Pero el míster del Athletic solo tenía ojos para el Valencia de Bordalás. Para Mestalla. En cuyo vestuario dejó amigos y buenos recuerdos.
¿Nada nos cuenta usted sobre la primera derrota de la temporada?. Claro. Cómo no
Basta reparar en el once utilizado para deducir que Marcelino pretendía derrotar al Rayo Vallecano con la ley del mínimo esfuerzo. La de la inacción. La del descanso total de sus mejores guerreros. Acordándose del Wanda, pensando en Mestalla, diseñó un once de locura. Tras el fiasco, Marcelino argumentó que "pretendemos hacer partícipes al mayor número de jugadores".
Ruedas de molino que por mi boca no caben. Lo sucedido en el vestuario de Lezama el lunes previo al partido fue un 'expolio' en toda regla. Le fue quitando 'ropa' a 'su once' hasta dejarlo casi en pelotas. A solas con los suyos, fue leyendo los descartes escritos en su 'lista'. "Vivian, Balenziaga; Dani García, Vencedor, Berenguer; Iñaki Williams: leones nominados, ¡descansen!".
"Y usted, soldado Lekue, prepárese para servir al equipo ocupando el flanco izquierdo, ese que queda vacío tras el desalojo del valiente, ordenado y fogoso 'Balen".
Pues bien, para este viaje, siempre apasionante, en busca de los tres puntos, Marcelino García Toral partió con unas 'alforjas' desvencijadas. 'Medios' muy pobres para lograr el mismo 'fin' que en el Wanda se buscaba, y ese otro hacia el que partirá para medirse al Valencia en Mestalla, ese cuadro 'ché' que dirige y alecciona su 'buen amigo' Pepe Bordalás. De 'alforjas' se estaba hablando.
Alforjas para el viaje nocturno de La Catedral. Las de menos peso. Las de menos calidad. Pensaba, creía, convencido estaba Marcelino de que con 'medios' tan 'escasos' conseguiría su tercer triunfo liguero. O tal vez, no. Quizás no era convencimiento, sino deseo.
Pero pretender que con ese once, todo él a base de reminiscencias del 'bienio negro', se podría derrotar a su oponente, era algo comparable a "creer merecerlo todo" por el mero hecho de que los futbolistas vestían la casaca 'zurigorri'.
Cocinero en San Mamés antes que fraile en Vallecas, sabía de De Marcos en ese 'lateral derecho' que hizo 'suyo'. De Nuñez, y no Dani Vivian. De Lekue a pierna cambiada. De Vesga y Zarraga en la sala de máquinas. Del hermano de Iñaki en el costado derecho de la medular. De 'Villa' y Rulo como referencias en ataque. Un 'once como éste'. Tan desequilibrado. Tan a la 'sopa tolondra' confeccionado.
Jugadores incapacitados para 'soportar' esa losa descomunal que supone el implacable 'sistema' de Marcelino. Un '1-4-4-2' que requiere de centrocampistas hechos y derechos. Esos que Marcelino no tiene. Porque el 'brother' de Iñaki es extremo ofensivo. Muniain, atacante. Villalibre, ariete. Y Rulo, ¿qué es? ¿Cuál es su posición, su rol, su función, su cometido?
Andoni Iraola, se dijo, conocía 'de libro' a los jugadores que tendría enfrente. "Posesión", se dijo. "Tengamos el balón".
"Y si lo manejamos con criterio, minimizando las pérdidas, tendremos tres cuartas partes del trabajo hecho". Vigoroso, veloz, fogoso. Ese era el Rayo de salida. Regresaba Mikel Vesga a la titularidad. Y de su mano, o sea, de su pie, regresaron los 'errores groseros'. Parecían erradicados. Será que Vesga no pasó terapia con el psicólogo al que había recurrido Marcelino para poner fin a tantos goles recibidos por acciones impropias de un equipo de élite.
Tengo para mí que el acoso sufrido por Vesga a las primeras de cambio obedecía a órdenes de Iraola. Por debajo en el marcador, y con tantas pérdidas como gotas del lluvia caídas y por caer, al Athletic le dio el 'cuarto de hora'. O al Rayo. Que, tan solo con manejar la pelota con un cierto gusto, fue capaz de enviar a los leones a la 'habitación del sueño'.
Mientras dormitaban en su lecho nocturno, los futbolistas de Iraola se deslizaban en baile sobre el verde de San Mamés. "Bailad, bailad, benditos". Ni en sus mejores sueños imaginaba Andoni Iraola su debut en San Mamés como técnico rival del Athletic.
Un 'rayo violento' había desbaratado de primeras una apuesta tan pobre, como de la de Marcelino, que creía merecerlo todo. Tras ese gol de Falcao, que uno se temía con una barrera unipersonal que le invitaba a Bebé a golpear con violencia, Marcelino hablaría de "cura de humildad". El cronista entiende que debería ser Marcelino García Toral el que se tumbara en el diván de su psicólogo con disposición para la cura.
Cura de 'soberbia'. Pues la soberbia es el antónimo de la humildad. Una soberbia que el mismo, al buscar terapia que le devuelva a la humildad, reconoce. Porque a ningún equipo de la Liga se le puede vencer con medios tan escasos como los que utilizó Marcelino para enfrentarse al 'Rayito' de nuestro amado Andoni Iraola.
Pues tal como yo vi el partido,la primera parte fue buena. Nico..impresionante. Los cambios nos llevaron abajo. Sin Muni perdemos mucho
Soberbio y alguna cosa más ya se le irá viendo el plumero nunca mejor dicho
Va de entrenador estrella y en el athletic hay que ser humilde, cura de humildad marcelino
Al que hay que ganar es al alavés y dejarse de cuitas personales
Más que soberbio me parece "alfeñique"...