Mestalla no es plaza fácil. No lo es, pues, el Valencia CF. Es cierto que en el feudo 'che' un cabezazo de Noriega le puso al 'Athletic de Clemente' a las puertas de su segunda liga consecutiva. Al cronista, sin embargo, se le quedó grabado el serio repaso [4-0] que el Valencia de Valdés le dio al Athletic Club en la noche previa a un 'lunes de Cornites'.
Campo complicado. Al que Marcelino acudía en busca de una 'victoria de prestigio'. Y a recibir el cariño de una afición que, tras dos temporadas de lujo coronadas con una Copa 'arrebatada' al FC Barcelona, sopesa proponer su nombre para bautizar uno de los cuatro graderíos del Estadio.
Tras el tan buscado estrechamiento de manos entre Pepe y Marcelino, Bordalás y García Toral, a lo suyo. Al cronista le sorprendió el buen trato que a la pelota le daba el Valencia, así en lo individual como en lo colectivo. Un equipo 'agresivo'. Que invadía la parcela del rival hasta conseguir plantarse en el perímetro de su área.
Algo que a Marcelino, al haberse convertido ya en costumbre arraigada a estas alturas del curso, parece no incomodarle. Acumula gente en la frontal para no ofrecer fisuras por las que colarse balones y futbolistas. Desampara las bandas como ese 'coach' que en Basket invita al tiro de 'tres' convencido del escaso acierto del rival y del poderío en el 'rebote' de los suyos.
El Valencia iba e iba con una constancia obsesiva. El Athletic replicaba con salidas muy 'limpias' al contraataque. Ni un reproche para el 'plan de Marcelino' que no fuera ese ofrecer las bandas con descaro, ese invitar al rival a que intentara dañar a los suyos con todo tipo de envíos al área. Tanta intensidad. Tantas llegadas a la 'zona caliente'. Tuvo que ser la estrategia, sin embargo, la que alterara el marcador: ¡puro derroche de lujo en el testarazo de Iñigo Martínez!
Corría el 69'. Apenas un minuto tuvo que 'correr' para que el Valencia pudiera regresar al '1' desde su desventaja de '3'. Mucho tiempo por delante. Demasiado. El 'kaiser de Ondarroa', como si se lo temiera, escribiendo en su memoria esas palabras que arrojaran luz sobre la oscuridad que inundó al Athletic cuando Marcos André dejó en evidencia la nefasta gestión del 'tiempo añadido' por parte de Marcelino.
"Ha habido fases en las que podríamos haber tenido más la pelota", argumenta el central zurdo que tan gran partido había cuajado. Que continúa verbalizando su lamento: "haberla tenido más [la pelota] sobre todo tras la expulsión [del vehemente Maxi Gómez], no lo hemos hecho, y el Valencia ha tirado adelante".
Cuando el Valencia consigue meter tantos balones en la olla hay un Athletic que, aún en superioridad numérica, no se atreve [¿o no sabe?] a dormir el partido con el esférico en sus pies. Estaba ya en el verde Nico Serrano, con su zurda inteligente, para oficiar de 'futbolista libre de marca' que se ofrece, aguanta y reparte.
Llegó a estar, incluso, Álex Berenguer tendido en el verde a consecuencia del agarrón que a Maxi Gómez le costaría la expulsión. Podría Berenguer haberse demorado. No haberse levantado como un resorte. Permanecer dolido: "el futbolista es un fingidor / finge tan completamente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad no siente".
Ese que al arbitro, al no estar en condiciones de negar, le habría llevado a solicitar la entrada al campo de las 'asistencias'. No se hizo. Como si el Athletic quisiera, en todo lugar y momento, el partido despierto por aquello del 'Gure Estiloa'. Con gestos como éste, que no tuvo lugar, se consiguen amarrar las victorias.
Así como en San Mamés el gol de Falcao estaba cantado, en Mestalla, con ese recular en vez de hacerse poseedor de la pelota, el empate del Valencia era desgracia que este cronista intuía.
Con toda la manada de leones encerrada en la jaula de su área, Guillamón y su envío aéreo. No, al punto de penalti. Al costado izquierdo. Sabedor de que Guedes no tendría oposición a la hora de prolongar al área la pelota con el interior de su bota izquierda. Y si no se vio incomodado fue, repasen la imagen, porque Iñaki Williams, prevaricando, en vez de seguir al que se desmarcaba, hizo la estatua.
El resto lo relata Marcelino a medio camino entre lo infantil y la implacable 'Ley de Murphy'.
Desde el enfado. Desde la rabia. Desde la indignación, el cronista le cede a Marcelino el último turno de palabra. García Toral, testigo privilegiado de una concatenación de 'desgracias'. Qué hacer, verdad, si Murphy lo tenía todo perfectamente programado.
"Había mucha gente en él área [mogollón, Marcelino]. Y entre todos, la pelota le llega a un jugador del Valencia [fíjate tú], y encima estaba de cara a la portería" [ ¿de espaldas querías a los que para rematar habían invadido él área, Marcelino?].
"También podría ocurrido que lo hubiéramos interceptado nosotros [¿con todos los jugadores mirándole a Unai Simón], o que el balón no le hubiera llegado de manera tan clara al rematador, y encima al interior de su bota".
En esta ocasión, fuiste tú, Marcelino, el que cometió el 'grosero error' que le impidió al Athletic llevarse los tres puntos de Mestalla. Te empezaste a equivocar desde que el Valencia perdió un efectivo. Desde tener la pelota y manejarla, hasta unas cuantas pinceladas del llamado 'otro fútbol'. Ni lo uno ni lo otro.
El cronista confiesa que se sorprendió cuando, para justificar tan duro castigo recibido, el entrenador del Athletic empezó a desgranar con tanto detalle uno de los supuestos de la 'Ley de Murphy'.
Veo que en el Bocho ya empiezan a darse cuenta de quién es el tipo este del Marc€elino. Desde mi más profunda admiración por el Athletic club os deseo la mayor de las paciencias. Y el día que descubran su opinión de todo lo que significa Euskalherria.
Podríamos jugar a otra cosa no se si sería fútbol o que pero si jugando a lo que juegan ahora nos ofrecen tan poco, su argumentario no me vale. Sudor u lágrimas pero jugar un poco más a otra cosa mesedez
Dicen que ahora solo se juega con físico que sólo son athletas, que hay que ganar por cojones, porque peleó y luchó y corro más que el rival, eso nos dicen los defensores del juego de marcelino, hay que ganar 1 a 0 y a casa. Que tristeza pensar así, que triste que sólo vean o blanco o negro. Quieren guerrilleros, soldados que estén todo el partido dando hasta la última gota de sudor, que sean obedientes que no se salgan del guión, si no les sale la culpa es de los jugadores que no pueden tener ni un de desliz sino son a y ahorcados. Son los que quiere el entrenador juegan como el quiere, a lo que el quiere u el que no entra en su dinámica a la lista negra porque no defiende o es conflictivo que probeza de argumentos