¿Hay alguien ahí arriba?

Reconozco que llevo un tiempo esquivando la amable invitación que desde hace unas semanas me está haciendo el máximo responsable de esta página web, ElDesmarque Bizkaia, para que ofrezca mi humilde opinión sobre la actualidad rojiblanca. Y suelo tender a hacerme el sueco porque creo que hoy en día hay tantos foros y lugares de debate rojiblancos que tengo la sensación de que son pocas las novedades que puedo aportar más allá de mi humilde visión de aficionado.

Dado que me resulta complicado referirme a la situación del Athletic Club esta temporada sin caer en tópicos o sin ahondar en lo que está en boca de todos, optaré por hablar de lo que me resulta más evidente cada vez que veo jugar a los leones en fechas más recientes: la falta de gol.

No creo que sea necesario tener una cátedra en balompié para hacerse cargo de que en este equipo el gol está más caro que las angulas por Navidades. Los hombres de Marcelino ven menos portería que Rompetechos y así, es difícil poder plantearse demasiadas metas u objetivos destacados para la temporada salvo que uno quiera que le tachen de iluso.

No sé si esta carencia puede llegar a calificarse de mal endémico en un equipo que destaca por la fiabilidad de su estructura defensiva y de su portero pero que da muestras de una casi nula capacidad de creación ofensiva.

No soy un enciclopedista ni un experto en estadística, con lo que no tengo los datos concretos sobre los números del equipo en las últimas temporadas, aunque sí que he podido ver esta semana un ilustrativo gráfico en el que se aprecia claramente cómo el equipo rojiblanco es, dentro de las grandes ligas, de largo el que más ocasiones necesita crear para conseguir acertar en la diana.

Y eso ya es un síntoma, una muestra del escaso tino de los hombres de vanguardia. Pero más allá de la discusión sobre si falta un 9 que no hemos sabido encontrar desde la marcha de Aduriz o sobre si es el técnico el que no quiere poner al que tiene, mi impresión es que la cosa va mucho más allá.

Creo que el problema no es sólo la falta de acierto en el remate final, algo que se le supone a los que son definidos como killers del área, como se pudo evidenciar hasta la exasperación sin ir más lejos en el último choque en el Bernabéu.

No deberíamos pasar por alto que el equipo, en algunos otros choques, ha dado muestra también de una serie de considerables carencias en la construcción ofensiva, de esa necesaria de dosis de creatividad e ideas para desbloquear a las defensas rivales cuando se muestran bien armadas y contundentes.

No están muy lejanos algunos partidos en los que la apuesta para flanquearlas se ha limitado a lanzar misiles ciegos imposibles de aprovechar o continuas ráfagas de melonazos que me han llevado a pensar si la cantera del Athletic sigue en Lezama o se ha trasladado a la localidad madrileña de Villaconejos, célebre por sus frutos ovalados. Han sido choques en los que las alternativas para abrir la lata han brillado por su ausencia.

Como no me han pedido que aporte soluciones en este texto, pues no las daré, entre otras cosas porque tampoco las tengo y porque doctores tiene la iglesia, y porque Marcelino sabe de fútbol mil veces más que yo, pero sería de agradecer que esas ideas y momentos de buen juego del que hemos disfrutado ante los rivales de campanillas, sin ir más lejos el pasado miércoles, aunque se fallara en la última decisión, se pusieran también un poco en práctica ante equipos de menos relumbrón.