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Marcelino, el discípulo de Job

Marcelino García ante el Sevilla en San Mamés (Foto: Athletic Club).
Kuitxi Pérez

Tras la derrota [0-1] ante el Sevilla FC, los papeles de los periódicos se llenan de tinta hasta rebosar. En los programas de radios y televisiones, los tertulianos se dejan ir hasta donde les lleve su enfado, su rabia, su tremenda decepción. Análisis de todo tipo. Conclusiones perversas.

Cuando el Athletic Club no logra sacar adelante su enésimo partido, el Athleticzale, harto de tantas decepciones, tiende a mirar al dedo, y no a la Luna que señala.

El primer acto de los de Marcelino podría considerarse el más virtuoso desde que el técnico de Careñes ocupa el banquillo de San Mamés. Si la perfección existiera, perfecto habría sido. Al no existir, se puede afirmar que el Athletic se quedó a las puertas. Equilibrado en lo táctico, con Dani García y Vencedor adueñándose del centro del campo, el Athletic percutió por dentro y por fuera con tanto criterio que fue capaz de protagonizar seis ocasiones de gol escandalosas.

Unai Vencedor, ante el Sevilla en San Mamés (Foto: Athletic Club).

No logró acertar, sin embargo. Goles son amores. Y cuando el rival encuentra la red en su único disparo, es odio lo que uno siente. Trata de rebelarse contra la injusticia. No puede. Porque tiene un asiento asignado del que no se puede levantar.

No da crédito. Sobrado como está de decepciones, busca amparo en la espesura de la resignación. ¡No puede ser! Lo exclama. Y lo anota en su cuaderno de anillas. Cuando llega el reposo del descanso, el bocadillo de salchichón se le atraganta. Agua recibe del amigo. Y a continuación escribe: "Hay algo que se nos escapa. Algo incomprensible para cualquier persona que sepa de qué va esto del fútbol. El Athletic juega y remata para golear. En su casillero, sin embargo, el cero es una suerte de elipse burlona que se regodea por el mero hecho de resultar inmutable: "¡Jodete, Athletic, Jodete!".

Si tras una primera parte primorosa el Athletic se va en desventaja a la caseta, uno llega a pensar que los leones son incapaces de ganar. O que capaces son pero no consuman las victorias. Por falta de acierto, por mala suerte, o por ese 'algo' que Marcelino no es capaz de detectar.

Iker Muniain, ante el Sevilla en San Mamés (Foto: Athletic Club).

Cuando la palabra "crueldad" salió de su boca en sala de prensa, más allá de ser uno con su sufrimiento, a la memoria me vino la figura de Job. Aquel hombre al que, con la autorización de Dios, Satán lo castigó con saña a fin de probar su fidelidad al 'Altísimo'. Luego de tanto tormento padecido, la fe de Job en su 'Señor' salió reforzada. Así le sentí a Marcelino tras el partido. El fútbol le había pagado con moneda falsa. Y él, lejos de decaer, de blasfemar contra la diosa Fortuna, se citaba con los suyos en el césped de Lezama.

Si Dani García y Vencedor fueron bautizados como los 'aliviadores' de Marcelino, el cronista está en condiciones de asegurar que la fe de García Toral en el Athletic que venera está a la altura de la de Job en su buen Dios. "¿Algo que cambiar para que la suerte cambie?", se le pregunta. "Nada", responde. Y apostilla, "Firmaría jugar todos los partidos restantes como el que hoy hemos jugado". El cronista se rinde ante la fortaleza de este hombre. Y le secunda a la hora de firmar partidos como el que el Athletic le regaló a la grada de San Mamés.

Oscar De Marcos entrenando en Lezama (Foto: Athletic Club).

Una primera parte fabulosa plagada de clarísimas opciones de gol. Puestos a aportar de su propia cosecha, al cronista se le ocurre que la Liga le permita jugar con aquellos balones blancos, marca 'Royal'. Cuando Txetxu Rojo la ponía, Uriarte la preparaba y Arieta marcaba gol. Y como colofón de esta 'contra' tan amarga, rogarle a Marcelo Bielsa que se acerque a Lezama para bendecir a 'su Athletic' con la 'pericia' del gol.

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  1. Calatrava

    Menos paciencia, y más "mala leche" y carácter.