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Athletic: convidado de piedra en un banquete de tiranos

Kuitxi Pérez

Comencemos por decir que "el partido quedó sentenciado" cuando, recién iniciada la segunda mitad, entre el VAR y el árbitro diseñaron un penalti de 'cordura' para que la final perdiera todo atisbo de 'locura'. Dos goles por delante en el marcador, toda aquella persona que por ver una final tan exótica había pagado se sintió engañada, en lo deportivo, timada, si llevamos la contienda al terreno legal.

Tanto tiempo por delante, y sin embargo. Tantos minutos por jugar. ¿Necesitaba un Club como el Real Madrid una 'ayuda' de tanto calado? ¿La necesitaba aún yendo por delante?

Sucedió que el 'regalo' llegó a pies de Karim Benzema, de ningún modo su corazón debilitado a causa de aquella ovación que recibió en San Mamés por parte de una afición que confundía la educación con una exhibición de 'tontería'. Si "Roma no paga a traidores", no es de recibo que un 'Athletic Club muerto' levante la cabeza para alabar a su 'asesino'.

Marcelino y Ancelotti, en la final de Supercopa frente al Real Madrid (Foto: Athletic Club).

"Banquete de tiranos". "Sólo a su goce ruin y medro atentos, y no al concierto universal" del fútbol. Batalla madrileña. Era lo que se esperaba. Porque así, con fuerza, lo deseaban, allí, en Arabia, aquí, en el corazón de LaLiga Santander.

Que el Atlético de Madrid y el Real abrieran la puerta del palacio del sultán, del visir, del emir, del rey, de los cuatro a la vez,  y a la mesa del comedor se sentaran a degustar la cena del 'cocidito madrileño, que le había sido encargada al chef del tan afamado restaurante 'La Bola'.

A 'rey colchonero muerto', el Athletic, despojado de su corona, 'convidado de piedra'. Qué otra cosa, si no...

Alguien sopló sobre la llama de las velas. Apagón. Sin luz, desde el corazón de Portugalete no hubo manera de indignarse por la mano de Alaba que ni Soto Grado ni Medié Jiménez se cobraron. ¡Se trataba de un penalti a favor frente al todopoderoso Real Madrid! O va a resultar que no todo lo podía y se trataba de echarle una mano por lo que pudiera pasar.

Rubiales consuela a un tocado Asier Villalibre en la Supercopa de Arabia (Foto: Athletic Club.

La máxima pena que al Athletic le 'despistaron' no justifica esa relajación en las marcas que propició un disparo 'a huevo' de Modric, un veterano croata que ni el fuego inquisitorial lo podría convertir en cenizas. Por delante. Mala cosa. Mala pinta. Adverso escenario que el 'Flaco' Oihan pudo corregir de seguido. El que en el Reyno de El Sadar fuera proclamado 'Sancet III de Navarra', al preparar su disparo, confió de lleno en el  punto de mira  de su 'arma'.

La polémica mano de Alaba en la final de la Supercopa perdida contra el Real Madrid (Foto: Athleti

Demasiado noble el 'navarrico'. Chaval no experto en las barracas de feria. Si la pelota se le fue arriba, si no limpió la escuadra de telarañas, recuérdese lo que siempre fue dicho: "más desviado el cañón de su chimbera que una escopeta de feria". De convertirse en bala mortal, a pasar al olvido con esa inocencia de los perdigones incapaces de quitarle la vida al gorrión, al canario, al jilguero.

Al descanso por detrás, aunque por la mínima. Ya que no a tiro de bala, sí, al menos, a tiro de piedra. La igualada del Athletic como el comienzo de la  lapidación del imperio merengue enmascarada en el juego infantil de la 'sopa boba'. Cuando las piedras sí tienen ojos. Morrillos en las manos de los pupilos de Marcelino. Manos atadas porque "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra".

Berenguer, en la final de Supercopa frente al Real Madrid (Foto: Julio Muñoz / EFE).

Qué hacer, entonces. ¿Tú lo sabes? Dejar de hacer preguntas, primero.  Mirar hacia Oriente, después. En la biblioteca de la Persia 'vintage' reposa el incunable "Las mil y una noches". Y es que, mientras Sherezade, hija de visir, tenga la palabra en la lengua para su relato, el Sultán, el cuento se lo exige, no podrá recurrir a la daga, para el degüello o la decapitación.

Soto Grado o el nexo que va uniendo legendarias historias en la noche

Cruel como el solo por ser capaz de decirles a las niños del Athletic que "los reyes son los Padres. Que la 'lámpara de Aladino' perdió su magia. Que el marino Simbad encalló en costa ignora y en ella quedó varado para siempre. Le quedaba a Marcelino la baza de Sherezade a fin de la alargar el partido hasta el lanzamiento de los penaltis. Sucedió que, pleno de argumentos para construir su enésimo relato corto, algo grosero, violento, cruel, obsceno sucedió.

Oihan Sancet presiona a Kross en la final de Supercopa frente al Real Madrid (Foto: RFEF).

En los albores del segundo acto. Mientras recuperaban su asiento los rezagados. Soto Grado  y Medié Jiménez, conchabados. De otro modo no se entiende. Que el colegiado no se cobre mano mientras Yeray se precipita al verde. Que el VAR lo reclame para sí. Que él acuda. Que entienda mano de penalti donde antes no la vio.

La memoria de Marcelino retrocedió violenta a ese tiempo y lugar en los que Alaba había retenido la pelota con su brazo. No hubo penalti. Al Athletic no se le había dado opción de adelantarse en el marcador. Goles son amores. Y el Athletic se habría cargado de razones.

Cuando Karim Benzema le dio a su equipo el segundo del partido, los unos y los otros, así como los que no tenían escudos que besar, entendieron que el partido se había terminado.

Aunque cargada de bellas historias para mantener despierto al Sultán, Sherezade fue atada de pies y manos. De seguido, con un pañuelo de seda azul, su boca, amordazada. La hija del visir, la que como esposa del sultán se había ofrecido, fuera de escena. Incapacitada para salvar su propia vida, así como las del resto de las cortesanas.

De Marcos, en la final de Supercopa frente al Real Madrid (Foto: Athletic Club).

Al cronista se lo llevaban los demonios rememorando la pleitesía que San Mamés le rindió en su día al mismo hombre que lo había martirizado. En el 'King Fahd Stadium' se encargó de ejecutar a un Athletic víctima de una sentencia canalla. Un Athletic al que, por si acaso, se le negó un penalti con el luminoso virgen.

Al que se le hirió de muerte concediéndole a su rival la 'pena máxima'. Al que se le trató de compensar por el daño sufrido cuanto ya no había margen. Al que se le trató de pervertir susurrándole la historia de 'Ali Baba y los cuarenta ladrones'.

En la 'noche oscura del alma', al fútbol, más allá del Athletic, se le impidió que, recorriendo su propia senda, hiciera camino al andar. Sobre el viaje y las alforjas. Quemar todas las naves para aniquilar las tentaciones. "Así ganó el Madrid". ¿Cómo? "Así". Anticipándose a una posible flojera. Por si las fuerzas no le dieran. Librándose de un penalti. Beneficiado del que 'destrozó' el partido. Castigado con el que ya no habría de ir a ninguna parte.

Iker Muniain recibe la bandeja de subcampeón en la Supercopa de Arabia (Foto: Athletic Club.

El cronista está triste. Llora la muerte de Sherezade. En el sueño, su defensa, "porque el que duerme no siente".  Buscando  palabras definitivas antes de acostarse, la pantalla de su móvil se ilumina por la página de los 'Sonidos del alma'. Como el que a la virgen reza para que le permita ver la luz del día que está llegando...

"Mirando hacia dentro / Contando mis sueños, creyendo que fueron sonidos del alma /  El corazón se hizo agua / El corazón cayó al mar / El corazón perdió el alma, no pudo hablar / No pudo hablar".

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