Inmerso 'de oficio' en la tempestad copera desatada por el Athletic Club en San Mamés, el FC Barcelona feneció ahogado en lodo. En noche como aquella, tantas veces anunciada, el corazón de Marcelino terminó debilitado. Quebrada su voz por el nudo en la garganta. Luego del sueño reparador, al técnico de Careñes no le hizo ni pizca de gracia que fuera el Real Madrid el rival que 'Fortuna' le había 'regalado' para jugarse 'los cuartos'.
Tomando en cuenta los 'estragos' de la 'resaca' copera, habrá quien diga que la 'batalla' librada en la Catedral devino en 'victoria pírrica' por entender que fue más lo perdido que lo ganado. Apreciación aparentemente exagerada que adquiría sentido al reparar en que "los futbolistas" se fueron a la ducha "como trapos". "Otra victoria como ésta y vuelvo solo a casa", dicen que dijo Pirro, rey de Epiro, al contemplar el campo de batalla.
Redundando, yendo más allá del evangélico 'inri', la 'bestia merengue' [¡6...6...6!] escrita en letra pequeña en el 'contrato leonino' de la siguiente eliminatoria. Y para completar la 'triada', como si el propio Pirro en León encarnado, viajar a Vallecas con el deseo enemigo de que "ojalá os parta un rayo". Como si, en fin, lo más hermoso habría de costarle al Athletic la vida.
Respetando el sentido de la 'frase vieja', 'los trapos sucios' que viajan entre el futbolista y su camiseta 'se lavarían en casa'. Camisetas empapadas por el amoníaco que el sudor destila. En la noche oscura del alma, dese por aludida la persona que en Lezama lava la ropa de cachorros y leones. Hoy es muy tarde, mañana habrá que trabajar; viva Vallecas, que buen lugar para ganar.
Con siete zamarras limpias y 'cuatro trapos' decidió hacerle frente Marcelino al 'Rayo de Iraola'. El que un día fuera el 'Rayito de Bolito' comparecía con un casillero vacío de derrotas. ¿Sería el Athletic el que entrara 'a todo trapo' para acabar con tan meritoria virginidad? No se presumía. Así por el desequilibrio de ambas 'fuerzas', como por el momento, terminando por la "estructura" de un estadio municipal.
"Simón", le dijo Marcelino a su portero, "tú serás la piedra sobre la que edificar un equipo acorde a 'mi sistema'. "El concepto es el concepto". Y sobre el orden en general, nadie podrá acusarle al técnico del Athletic de ser un hombre 'anti sistema'. No hay dios que de su pizarra borre el '1-4-4-2'. Conservador. Y sin embargo, atrevido, ambicioso, ganador.
No parecía Vallecas el mejor escenario. Los de Iraola tan solo habían cedido los cuatro puntos de dos empates. A la ida, habían 'profanado' la Catedral con un cabezazo in extremis del 'Tigre', Radomel Falcao. El ariete colombiano que, a las órdenes de Simeone, con contundencia le enviara al Athletic de Bielsa a la 'habitación del sueño' aquella sita en un estadio de Bucarest.
Diego Pablo, si, 'el Cholo' apodado, el entrenador que más daño le ha causado al Athletic Club, y al muslo desnudo de Julen Guerrero, esa 'perla jarrillera' que tanto y tanto enamoró a Jose Iragorri antes de que el 'Hoss' de la 'Uni' se fuera a la gloria con el pecho atravesado. "Hay acciones que ni pidiendo perdón", confesaba recientemente aquel colchonero que con sus tacos perforó la tierna carne de un león.
A bordo de la expedición que descargó en la 'C. del Payaso Fofo', 'Orsai' había amenizado el viaje versioneando 'De la ausencia y de ti'. Vencedor, dañado por sí solo en la 'batalla de Mendizorrotza'. 'Sancet III de Navarra', que se lastimó en la rodilla porque los árboles de la selva que él es no le permitieron ver con nitidez la densidad del bosque cuando en Bilbao era noche cerrada y caía la lluvia en San Mamés. 'Doctor Deseo'.
El mismo doctor al que pedirle el deseo de una pronta recuperación para estas dos joyas pulidas con esmero en la 'orfebrería de Lezama'. Con un once desfigurado. A base de retales y la camiseta de un juvenil. El Athletic, hecho un 'cromo'. El más difícil de la 'cole' habría de ser el único que se pego en el 'álbum' del partido.
Cuando con uno basta. Escorarlo a su banda izquierda natural, un balón peinado. En el aire, flotando, como a la espera. "¡Rómpela!", le gritó el cronista desde la distancia. Volea. Voleon.
El disparo en el que el Athletic de Marcelino basaría su victoria. El resto estaba en manos del tiempo. Que corriera. Que volara.
La respuesta estaba en el viento, que no soplaba. Que nada malo ocurriera. Que el Athletic, salvo y sano. El escenario, sin embargo, no presagiaba nada bueno. Había luna. Y sin embargo, rayos brutales buscando con ansia cuerpos de trapo: los de por sí, y los que fueron 'contagiados'. Presa del miedo, del terror atávico que le provocaba tamaño fenómeno meteorológico, los leones fueron reculando hasta terminar apelotonados en el redil de su propia área.
Había llegado el momento de la barraca en la 'Feria de Vallecas'. El mostrador que separa. Fuera de él, la 'cuadrilla' de Iraola. En el interior, leones apilados. Una montonera de latas. Rayos con el punto de mira tan desviado como se le exige a las escopetas de feria. ¡Tómbola para ciegos! El premio mayor ya había caído.
Y sin embargo, inocentes, cándidos, dignos hijos de la bondad de Andoni Iraola, pelotas de trapo incapaces de derribar el entramado que con tanta hojalata había ordenado 'desordenar' Marcelino a falta de los argumentos de su sólido e implacable sistema. Sin pretenderlo [o tal vez, si], el área del Athletic se había convertido en el 'Camarote de los Hermanos Marx'. "Estos son mis principios, y si no gustan, qué quieren que haga: ¡no tengo otros"
Fue así como, el "indio mudo dándole vueltas alrededor", al Rayo se le acabó el dinero de su paga de domingo. Sin 'chines', el feriante les cortó el suministro de pelotas de trapo. Dentro de la barraca, liberados de sentirse lapidados por piedras de papel, el Athletic de Vivian e Iñigo Martínez se echó a la 'calle del Payaso Fofo' para celebrar una victoria tan sufrida. Que tanto daño le había hecho a Andoni Iraola.
¿Por ser la primera derrota en Vallecas en lo que se llevaba de curso? ¿Por ser el Athletic el que había asaltado su 'fortín'?
Reparando en su lenguaje corporal a lo 'largo y ancho del terreno de juego'... ¡perdón: quise decir 'a lo largo y ancho del partido'!, al cronista le dolió que Iraola gesticulara como nunca, hasta terminar aplaudiendo de manera irónica al colegiado. Debería haber sido expulsado. Aún así, que es lo mismo que así y todo pero no es igual, el nombre de 'Kuitxi' sigue figurando en el listado del 'Club de hinchas de Iraola' que fundara en su día Ernesto Valverde.
Kuitxi vaya artículo que has plasmado. Como filósofo no tienes precio