La noche debilitó los corazones. Conmocionado. Triste. Así me fui a la cama. En la esperanza de que el sueño se mostrara magnánimo con el cronista. Levantarme temprano. Fresco y curado. ¡Qué va! Nada de eso. Un sueño revuelto incapaz de digerir "el espectáculo que hemos ofrecido hoy". La petición de "perdón a la afición por el espectáculo ofrecido" no había encontrado contraprestación en la fascinante masa social del Athletic Club. Siempre generosa con los suyos. Capaz de "jalear un saque de banda a favor", como destacó en su día el añorado Marcelo Bielsa.
Porque está 'tocada'. Incapaz de reaccionar. No da crédito. Sufre cuando ve a su equipo al garete. Le duele el Athletic. Porque le importa. Demasiado. Es tan sólo fútbol, se me dirá. No. No lo es. Cuando los leones caen, y de manera tan sangrante, algo que nos habita, sin nombre ni ubicación, se agita revoltoso hasta destilar tristeza en estado puro. Tristeza. Triste estoy. De ningún modo decepcionado. "Muy decepcionado estoy, no triste".
Marcelino García Toral y este periodista que escribe no están en la misma onda.
"Decepcionado" está el que rige los destinos del primer equipo masculino del Athletic. Si escarbara, como toro en la arena antes de enfilarse hacia la muerte, en la memoria centenaria de la entidad, encontraría razones suficientes para aparcar su "decepción" y subirse a la diligencia de la "tristeza".
Tan solo pido que el viaje sea corto. Que frene mucho antes de que el 'abismo', ese "precipicio" al que alude Asís Martín en su crónica, se atisbe allí, a lo lejos, en lontananza, marcando la línea del horizonte.
¿Acaso haber ido a degüello tras igualar la desventaja [2-0] en un 'pis pas'?. "Penosa primera parte". Cierto. Pena. Tristeza. ¿Decepción? En ningún caso. "Porque en noches como ésta te tuve entre mis brazos". Pablo Neruda, al rescate cuando uno, sin esperarlo, más lo necesitaba. ¡Te lloré tantas veces bajo el cielo estrellado! "Perder de esta manera, dando esta imagen". ¡No me jodas, Athletic! "Penosa primera parte", extensible a la segunda porque ese arreón que nos puso 'a la altura' no nos libra del purgatorio en el que estamos recibiendo "el castigo que mereces".
Cuando el Athletic se vio obligado a asumir el segundo de sus goles, la memoria retrocedió violenta hasta aquel partido del '99'. En el 'Insular'. Luis Fernández en el banquillo. Los leones, desatendidos por el utillero, recibieron el préstamo local de unos pantalones verdes. Fue la noche del [6-1] liderado por un Valeron que se gustó hasta el exceso.
Esa manera tan sencilla y grotesca de de ser goleado por su rival me llevó a intuir una goleada de escándalo. Y eso que, hasta que Unai Nuñez metiera 'la pata', y el cuarteto defensivo se quedara absorto admirando a un 'Angel' solitario marcándose una heterodoxa 'chilena', el Athletic se había 'mostrado' ante los ojos de Sergio Rico. Un 'Zarragazo'. Un robo de Sancet que no encontró la colaboración necesaria de Rulo.
Tras verse igualados en el luminoso, Los de L. G. P. reactivaron el 'plan B' de la estopa. Graves daños en la 'Gabarra'. El Athletic, a la deriva. Marcelino, cual 'Capitán' del 'Titanic', colocó en la proa a 'Petxa' y 'Wili' en detrimento de Rulo y un Mikel Vesga que, perdido su "discreto encanto" se estaba convirtiendo en una 'máquina' de perder balones. Teniendo enfrente un centro del campo tan permisivo en lo físico, el RCD Mallorca se 'Bordalizó'.
Más sutil que el míster del Valencia CF a la hora de 'repartir', entendió que percutir de manera velocísima por el costado izquierdo de su ataque era el mejor modo de intimidar hasta causar daño en un Athletic demasiado blando para cosa buena. El gol que le daba una victoria crucial a los de L.G. P. era un hecho cantado viendo cómo habían convertido la banda derecha del Athletic en el 'patio de su
recreo.
Aún al día siguiente. "Decepcionado" como Marcelino, no. Porque este partido del 'estadio del nombre cambiante' nacía herido de muerte. El técnico de Careñes le exige a su equipo sacar jugado el balón entre su portero y los cuatro defensas. En el 'pecado' de la zaga alineada encontró Marcelino su 'penitencia'. 'Cronificar', interpretar, juzgar la penosa derrota del Athletic sin reparar en la línea de cuatro atrás sería un ejercicio de valor injusto.
Con Ander Capa y De Marcos fuera de juego por distintos motivos. Con Yeray y Yuri en el banquillo. Y luego de que Iñigo Martínez hubiera provocado frente al Espanyol su quinta amarilla para llegar 'limpio' al tan esperado duelo en San Mamés contra la Real Sociedad, la 'línea de atrás' estaba en cuadro.
Lekue, Vivian, Unai Nuñez, Balenziaga. Fue así que el juego de los de Marcelino o nacía viciado o no nacía. Pretender 'jogo' bonito y sólido culminado con victoria alineando a la defensa reserva se encuentra con la réplica de 'sopas y sorber', y esa otra de 'la bota llena y el suegro borracho'.
No estoy "decepcionado", como tú te encuentras. Triste estoy, Marcelino. Conmocionado. Como parte de esa afición a la que te diriges, acepto tu petición de "perdón por el penoso espectáculo ofrecido" en la 'noche de las camisetas verdes'.
Profesional muy profesional se dio cuenta que había metido la pata hasta el fondo y le dio por llorar, echar la culpa a los jugadores y pedir perdón, profesional muy profesional l
Lamentable gestión del entrenador,
Sin palabras la falta de ambición de muchos jugadores. La falta de calidad ya la conocemos. En estos partidos hace falta otra cosa. Pero no la tenemos.