Lindos jóvenes con sus melenas al viento. El mal de siempre que Marcelo Bielsa detectó en sus "millonarios prematuros". Para ser buen deportista convendría, desde muy joven, tener a 'Ikea' como representante por aquello de 'amueblar' como es debido 'la cabeza'. Y es que, así como existen preparadores físicos para el adecuado desarrollo del cuerpo, el gremio de la psicología se antoja vital a fin de que la mente esté atendida desde la corta edad de los años.
El niño, si lo que se aborda es el mundo masculino, es muy dado a soñar con la fama y la gloria que conlleva convertirse en un deportista de élite. Con el paso de los años, inmerso en el ensoñamiento, el que hace no tanto era un crío pierde la rueda del pelotón de los elegidos.
Ley de vida. Rezagados. Los que no pasan la criba por su escasa calidad. Por carecer de la tenacidad que la competitividad exige. O por una suerte que les esquiva.
Muchos son los llamados. Pocos, los elegidos. Los que consiguen llegar a esa meta tan codiciada que le llaman "élite".
Y en ella seguir haciendo 'carrera'. Dense por aludidos todos los que entregaron sus sueños al deporte en general. Porque si particularizamos, y aunque resulte paradójico, es en el fútbol donde resulta 'más fácil' mantenerse. ¿Por qué? La pregunta es de recibo. Pudiendo dar en el verde el 100% de su capacidad, los hay que, por falta de dedicación plena a su equipo, tiran a la basura un 20% de sus prestaciones.
Carencias que se diluyen en el sudor del resto de sus compañeros. Solidaridad disminuida. Compromiso incompleto. Las ventajas que a los perezosos les otorga un 'deporte de equipo'.
No les saldrá gratis, sin embargo. En el pecado de su desidia encontrarán la penitencia del inicio de su cuesta abajo, y la del equipo cuya camiseta sin ardor defienden. Circunstancia, esta de la falta de implicación, que suele pasar como de soslayo, con disimulo.
Porque, aunque se silencie, el sector duro del vestuario es un grupo perfectamente compinchado. Cuestión de jerarquía. Los 'veteranos acomodados'. Los 'krak' venidos de otros clubes a los que el dinero se les cae de los bolsillos.
En los unos y los otros se fijan los jóvenes que saltan al primer equipo. Chavales que se quedan pasmados admirando los coches de alta gama que conducen sus compañeros. Creen que por comprar vehículos magníficos aumentan sus virtudes. Imitar nunca fue bueno. Torpeza, más bien. Una zancada que los coloca en la línea de salida hacia la decadencia como futbolistas.
A día de hoy, los entrenadores tienen serios problemas para conseguir aguantar, y reconducir, a tanto 'niño mimado'.
Rico. "Millonario prematuro". Futbolista que olvida que su profesión no es la de un 'trabajador al uso', ese que, cumplidas sus ocho horas diarias, dice "ya está". Y al día siguiente, vuelta al tajo, jo ta ke, hasta ese momento álgido de la jubilación. No. Dígase "no". Porque la vida del deportista profesional, al ser corta, implica intensidad en la dedicación.
Si en una empresa el trabajador no está a la altura de las expectativas, si no alcanza los resultados marcados, el despido libre cuelga sobre su cabeza cual histórica 'espada de Damocles'.
En el mundo del fútbol, para su bien, para crecer sin medida en busca de esa 'perfección imposible', mano dura, también, con esos 'funcionarios del balompié' que, habiéndose sacrificado hasta llegar a la élite, ya en ella, cogida la fama, se echan a dormir. "Despierta, muchacho". Es Paco y su rebaja. El 'patrón', que le invita a firmar el finiquito.
* Por Juan Carlos Gómez Lavado, 'Pistolas', ex ciclista sestaoarra
Ya basta de tonterías. Por un lado os quejáis de que son ricos prematuros,que lo son,cuando os conviene y cuando os conviene a los mejores jugadores hay que pagarles cifras astronómicas para que se queden o para que vengan.