Ahora que el Atlético de Madrid se niega a hacerle el pasillo a su vecino y archirrival, el Real Madrid, volvemos a ver como el fútbol moderno todo lo contamina, lo desvirtúa o, directamente, lo prostituye. El pasillo no es más que un homenaje al campeón, hasta ahora nunca se había convertido en una humillación al que lo realiza, pero hasta eso se ha conseguido llegar con las polémicas generadas en cierta prensa y la redes sociales. Todo es ruido y fango.
Afortunadamente todavía quedan ejemplos de valores, como los mostrados por el Athletic Club, que no dudo en hacer el pasillo en Anoeta, en el derbi posterior jugado contra la Real Sociedad, al que había sido su verdugo poco antes en la final vasca de Copa del Rey vivida en la Cartuja de Sevilla el 3 de abril de 2021.
Lo que muchos lectores de ElDesmarque Bizkaia no conocerán es que precisamente la tradición de hacer el paseíllo al campeón, como tantas otras, nace precisamente en el conjunto de San Mamés.
El 19 de abril de 1970, con goles de Ufarte y Calleja, el Atlético ganaba 0-2 como visitante al Sabadell y se proclamaba matemáticamente campeón de Liga. Acabó el torneo con 42 puntos, uno más que el Athletic, y siete por encima de FC Barcelona y Real Madrid.
Casi un mes más tarde, el 17 de mayo, el primero y segundo de la Liga se veían las caras otra vez, pero en este caso por la llamada Copa del Generalísimo, actual Copa del Rey. Era el partido con mayúsculas para todo el mundo, porque Athletic y Atlético eran los dos mejores equipos del momento.
El partido de ida de los octavos de final se disputó en el Manzanares y acabó con empate a uno. Vestidos de azul Bilbao, los jugadores vascos formaron una suerte de pasillo humano para homenajear a los ganadores de la Liga sin dolerles prendas. Gure estiloa.
Por parte vizcaína formaron ante 50.000 espectadores, entre otros leones más, los Iribar, Iñaki Sáez, Txutxi Aranguren, Larrauri, Josemari Argoitia, Fidel Uriarte, Javier Clemente o Txetxu Rojo.
Claro, como Flore es el del taco, lo que diga Don Floren, asi nos va
Esto demuestra lo mal que educamos a los niños, así salen los adultos.
Si lo pide Florentino se hace, pero si lo piden todos estos cantamañanas que salen a la palestra, pues sería darles la razón.