No, no crean que les voy a hablar de cuentas y economía en estas líneas, entre otras cosas porque reconozco mi plena ignorancia en la materia. Pero recuerdo desde hace unos cuantos años, aproximadamente veinte, cuando el difunto Carmelo Canales, contador de la Junta Directiva del también fallecido Javier Uría, hablaba del concepto de ‘déficit estructural’ en el Athletic Club.
Algo así, como que el Athletic acumulaba año tras año unas pérdidas económicas difíciles de subsanar. Insisto, no voy a hablar de dinero, pero sí del concepto de déficit estructural deportivo. Trasladando ese término a lo que ha acontecido en el verde durante esta temporada y durante muchos años en el Athletic, salvo ciertas épocas gloriosas, algunas no tan lejanas.
De este modo, el Athletic sufre ese déficit estructural deportivo en los últimos años cada vez que tiene que dar un golpe encima de la mesa
Cuando los resultados de sus rivales, los emparejamientos en determinadas jornadas o la alineación de los astros le permiten un paso adelante, el equipo acude a ese déficit estructural deportivo también conocido en otros ‘corrillos’ como el petardazo.
El equipo rojiblanco es experto en desaprovechar oportunidades cuando mejor pintan las cosas, cuando el aficionado, y no sé si también el vestuario, hace sus cuentas de la lechera, sus castillitos en el aire, sumando los puntos antes de lograrlos para verse por encima de otros equipos y con el objetivo cumplido.
Y como digo no es fruto de esta temporada, ni siquiera de estos jugadores y cuerpo técnico, sino que es algo más estructural que se repite de unos años a esta parte de forma cíclica en la historia del Athletic.
Parece por lo tanto difícil atribuir por tanto a la calidad de estos o aquellos en el césped o en la toma de decisiones la única responsabilidad de que esto se repita día sí y día también. Que, si los jugadores no dan para más, o que, si el técnico de turno no saca el rendimiento óptimo a la plantilla, a veces sobrevalorada para unos e infravalorada para otros.
Sea como fuere al final de cada temporada toca hacer balance. Y eso es lo que me han pedido los amigos del ElDesmarque Bizkaia. Me genera dudas ponerle una nota al equipo esta campaña. Por un lado, creo que en las competiciones de eliminatorias ha rendido a muy buen nivel. En la Supercopa alcanzando la final cuando no era favorito y perdiéndola ante uno de los equipos que mejor nivel ha mostrado esta temporada en todas las competiciones.
En la Copa del Rey, hemos disfrutado de noches mágicas en ‘La Catedral’ eliminando al propio Real Madrid y FC Barcelona pero después hemos sufrido el antes mencionado ‘petardazo’ ante el Valencia CF cuando muchos ya se veían en la gran final de nuevo. El déficit estructural, vamos. Una eliminatoria que nos ha enseñado las miserias de nuestro Athletic.
Cuando tienes que ser diferente a tu rival e imponerte en la creación del juego tenemos un problema. Un déficit, creo que también en cierta medida estructural, la de un centrocampista que sepa crear juego y asumir el rol de motor del equipo.
Capaz de mezclar partidos de nivel con otros mediocres y muchos de ellos pasables sin más. La falta de un goleador o de varios, otro déficit del equipo, en este caso no estructural sino relativamente nuevo y que esperemos no se convierta en estructural, ha lastrado en buena medida los números del equipo para poder cambiar muchos empates por victorias.
En este sentido, existe una disyuntiva entre los puntos, contantes y sonantes, y las sensaciones que transmite el equipo. A mí, en general, el Athletic de esta temporada me ha gustado, con matices como siempre. Creo que ha crecido respecto al de temporadas anteriores. Me parece que Marcelino ha realizado un buen trabajo en el equipo, de nuevo con matices, pero como los que habría con cualquier técnico que se analice por parte de cualquier aficionado.
El club y sobre todo el equipo está en un momento de transformación y de relevo generacional. Se han dado pasos importantes, algunos más firmes que otros, pero siempre queda la duda de si se podría haber dado alguno más.
Creo que el camino de Marcelino no debía por qué estar concluido en el Athletic, pero a la vez no me llevo las manos a la cabeza por su salida. Nunca sabremos hasta comprobarlo, ‘in situ’, lo que puede aportar un nuevo cuerpo técnico a la plantilla, para bien o para mal. Otra cosa es pensar si es el momento adecuado, pero es el que es y el que toca.
Se viene por delante un apasionante mes de campaña electoral en el que el Athletic se juega mucho en lo deportivo e institucional. Tres propuestas, bien diferenciadas, que pueden dar mucho juego. Pero eso será otra batalla que ya habrá tiempo de valorar.
· Por Gorka Acitores, periodista de Onda Cero
Na de na así 5 años que siga la bola y todo el mundo a cobrar ya se la culpa la tiene Marcelino ...tel que venga mierda de politikeo