Hay hechos tozudos. Uno de ellos es que el Atlético de Madrid le ha ganado al Athletic Club los dos partidos que ambos conjuntos han disputado esta temporada en LaLiga Santander. Seguramente la primera lectura que se puede sacar es la más obvia: que las victorias en San Mamés y en el Metropolitano indican que el conjunto de Simeone está un escalón por encima del de Ernesto Valverde, que no da la talla ante los grandes cocos de la competición.
Los colchoneros son un hueso para los leones y hay dos nombres que destacan por encima de los demás para hacer a los madrileños acreedores del apelativo de bestia negra de los bilbaínos. Por un lado, un clásico, el francés Antoine Griezmann, que le ha anotado ya 14 goles al Athletic en su enfrentamientos directos. Su fijación por el rival geográfico de la Real Sociedad está siempre presente en su mente y ha sido determinante tanto en la victoria de la primera como en la de la segunda vuelta.
A su pupilo lo destacaba el propio Cholo Simeone, quien comentaba en la sala de prensa que “Griezmann es un jugador determinante para nosotros. Importantísimo. Cuando él está bien, el equipo juega en otro nivel. Tiene una circulación y una asociación defensiva y ofensiva en los pasajes para atacar de lo mejor, y cuando está Antoine bien nos permite también tener más opciones”.
Grizi ❤️🤍 pic.twitter.com/FiWkbFnNrJ
— Atlético de Madrid (@Atleti) February 19, 2023
Y si lo de Griezmann ya está aceptado como una fijación en amargar la vida de los athleticzales, como una migraña inevitable que siempre llega puntual, lo novedoso e impactante esta temporada ha sido el rendimiento del mozambiqueño Reinildo Mandava ante los de Valverde. Especialmente contumaz en su tarea de opacar por completo al emergente Nico Williams, que ha perdido prácticamente todos los duelos en los que se ha enfrentado cara cara con el defensa colchonero. En Bilbao y en Madrid.
Y no menos llamativo en el caso del perro de presa de Simeone, que siendo ejemplar en muchos otros partidos de esta campaña no ha demostrado tanto nivel defensivo como lo ha hecho ante el hermano menor de Iñaki Williams. Un tipo casi desconocido llegado de Francia que escasamente costó 3 millones de euros le ha hecho invisible y obligado a cambiar de banda y alejarse de su sombra.
Será casualidad, será que le tiene cogido el tranquillo, pero su labor será bienvenida si sus marcajes ayudan a que Nico se lo piense, renueve y se quede en Bilbao viendo que pese a la algarabía que zumba en sus oídos con 20 años aún está verde para algunos retos futbolísticos.