Tomando en cuenta la mesura que aparenta Ernesto Valverde, llamaba poderosamente la atención que, en la previa del partido de Pucela, el míster del Athletic Club declarara que el choque ante los de Pacheta era "un partido definitivo". "Que decide, que resuelve, que concluye", define la RAE con respecto a lo "definitivo". Como si en el caso de perder, todo lo acumulado habría que tirarlo por la borda como lastre a fin de que la nao zurigorri se fuera preparando para empresas disímiles. Daba miedo.
Jamás Valverde se había manifestado de manera tan tajante con respecto al rol que el Athletic desempeñaría en LaLiga Santander en caso de fracasar en su visita al Nuevo Zorrilla. "Definitivo", dice Txingurri, vaya, parece que al míster del Athletic le ha dado por coger el toro por los cuernos. Se ganó. Pero, sin embargo, nada se decidió, ni se resolvió, ni se concluyó. Es como si a Valverde le hubiera dado por exagerar el léxico a fin de despertar al vestuario, a la afición, a la prensa, a sí mismo.
"Definitivo", a ver si cuela, porque si decimos que el partido no es sino importante y tres puntos, y no más, están en juego, el vestuario no se motivaría tanto y como yo deseo. Una final. Y si se pierde, siempre habrá otra. Y luego otra, y otra mas, y así hasta que, perdida la esperanza, no haya más que perder. Ni ganar.
Con la espada de Damocles oscilando cual péndulo del tiempo que marca el reloj de pared de la casa de los abuelos. Soga que nadie ve porque se quitó el cartel en la puerta de la casa del ahorcado. Ahí va Txingurri. Con un par. Quién lo ha visto y quién lo ve. ¡Centenario y a por todas! "Ahí te quiero ver, Athletic", que diría Jose Iragorri. Contra quién y contra el Real Valladolid de 'Patxeta', la bestia negra que se cebaba con la portería zurigorri en su época de futbolista. Ahora ya no ejerce. El tiempo, el implacable, el que pasó lo ha sacado del campo para ubicarlo en el banquillo de un Real Valladolid que va de frente y sin dobleces.
Será por ello que a veces lleva premio y en otras el rival le cruza la cara sin miramientos. Sucedió en San Mamés lo de apalear al cuadro albivioleta. Ha llovido desde entonces. Como sobre el verde del Nuevo José Zorrilla había llovido. Llovía y, sin embargo, mangueras inundando el césped de primeras y en el descanso. Llover sobre mojado. Demasiada nobleza en el proceder de José Rojo, un burgalés de pro, como si nacido en Pineda de la Sierra, corazón de la Sierra de la Demanda.
Caminando sobre la delgada línea roja de la liga. A Valverde le había llegado la hora del juicio final. A sí mismo se examinaba. Con un pie allá donde habita la muerte, al borde del precipicio, "jugando a Telma y Louise". Si sale cara, la vida; si cruz sale, la muerte. De ganar, un chute de autoestima; de perder, acelerar para que la diligencia que partió de la posada donde se aloja Ernesto volara con la promesa de convertirse en un amasijo de madera, metales, y restos de lo que había sido vida inteligente.
Por una vez, y ojalá sirva de precedente, Txingurri se esmeró en lo táctico hasta conseguir ser dueño del juego, y, lo que más valor tiene, del partido. Jaun ta jabe. Si Valverde toma ejemplo de sí mismo. Si se repite en lo esencial, la 'bolada' de partidos que se avecina podría acarrear una montonera de puntos que alzaría al equipo hasta los puestos nobles de la tabla. Getafe, en liga; Osasuna, en Copa. Tres puntos y una final. Pero todo ello [siempre hay un pero que nos mete el miedo en el cuerpo], a costa de invertir físico y talento por parte de un once tipo que se va poniendo viejo.
"Al día siguiente no murió nadie", sí, de acuerdo con el principio y final de tu libro, Saramago, 'intermitencias de una muerte que viene y va, que va y viene, y hasta compasiva se muestra con un 'violonchelista' que acaba de cumplir ciento veinticinco años. Pero la gente envejece. No tenemos más que contemplar el 'once' que desarmó al Pucela de Patxeta. Obviando a Agirrezabala, he ahí a De Marcos y Yuri en los laterales, dos hombres que han viajado más que la mochila de 'Vinted', y tanta expedición pesa.
Profundiza el de Laguardia, y hasta es capaz de asistir de lujo al segundo palo. Percute Berchiche. Sube y sube con el afán de Sísifo sin ver en su trabajo castigo. Yeray, talento en edad de merecer; Iñigo Martínez: hasta que la suerte nos separe. Dani García crece, se nos hace mayor aunque a veces resbale y parezca que a gatas camina. Y de Vesga, qué decir que no se haya escrito por voluntad o petición expresa del maestro Asís Martin. "El discreto encanto de Mikel Vesga".
En Pucela, el "Celedón" de la 'Popu' dio un curso acelerado de 'fútbol en reposo'. Los hermanos Williams: desde el junior al veterano. El insultante descaro de 'Sancet tercero de Navarra'. Guruzeta viendo puerta desde la virtud de sus 26 años. Valverde. Lezama tiene una cita consigo mismo para diseñar el Athletic de hoy, el de mañana, y ese otro que aún no se ha gestado en los vientres de las leonas, esas a las que Iraia Iturregi debería exigir para que el proyecto del Athletic femenino no se nos venga abajo.
Ellos y ellas. Leonas y leones. A la espera, siempre, del 'partido definitivo'. El que decide. El que resuelve. El que concluye. Ojalá estemos preparados cuando nos llegue la hora.
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista