El ensordecedor ruido del Rock and Roll ha traído cola en el Athletic

El Athletic Club avanza por un camino de rocas verdes, 'Green Rocky Road',
que canta Van Morrison. Bajo el influjo poderoso de la palabra. No era consciente el señor Jon Uriarte Uranga. Pretendía bromear. Traer a colación la fortaleza de la hormiga cuando se asocia. Arrastrar cargas que se distancian hasta lo infinito si se entra en la comparación de lo que el insecto pesa y lo que es capaz de mover cuando trabaja en equipo. Iñurria. Pero Javier Clemente se decantó por "Txingurri" a la hora de resaltar en Ernesto Valverde su baja estatura y su extrema delgadez.

Adiós al elogio por trabajar más allá de la estatura de sus fuerzas. La hormiga trabajadora. La sacrificada. La que evolucionó hasta albergar una inteligencia que le permitía mirar por detrás de lo que ya existe. "Mortadelo", también; un personaje de tebeo que, con el paso del tiempo, le permitiría a Jose Iragorri y al resto de los componentes del intratable 'San Informando'.

Equipo de fútbol surgido al calor de tanto talento como se congregaba en el aula de la 'primera promoción de Periodismo de Leioa', despedirse de su gente con el deseo inmortal de quererse ver "en la próxima caricatura". "Personajes de dibujos animados" mucho antes de que el canario Pedro Guerra le dedicara una preciosa canción al "marido de la peluquera".

Yo podría ser Woody Allen por mi frente, tú eres algo como una hormiga en masculino. Todo era un juego de niños hasta que el señor Uriarte Uranga irrumpió en campaña electoral con el ensordecedor ruido de un "rock and roll" que habría de traer más 'cola' que la de la pescadilla esa que su cola se muerde en un sin parar. Que un presidente anuncie el estilo de juego antes del nombre del técnico que lo escenificará en el verde de San Mamés dice poco de su proyecto. O lo dice todo. Poco. Mucho. Todo.

"Si le dais el voto a la plancha que presido, os prometo una sesión de buen Rock and roll a razón de noventa minutos y pico por partido".

Se refería a la música en directo, se pregunta, Se refería a un estilo de fútbol frenético y estridente que pusiera a la grada en danza, se cuestiona. Sea como fuere, pedirle a un entrenador que sus leones practiquen un fútbol 'roquero' no es de recibo. Uriarte Uranga, ya de primeras, hacia 'huts' pretendiendo ganar la partida en los cuadros alegres.

"Fútbol es fútbol", decía Bujadin Boskov. Y así como la pelota es el deporte nacional de Euskal Herria, lo del rock, perdónenme, como que no venía a cuento. Esclavo de sus palabras, en cualquier caso. Enredar a su técnico en la red en vez de darle la libertad para mezclar estilos diferentes.

En lo puro [del rock and roll] no hay futuro. El futuro está en la mezcla.

"En la mezcla de lo puro que antes que puro fue mezcla". Pero como su palabra ya había sido dada, prepárese San Mamés para lo vertiginoso. En 'petit comité' se reunió Ernesto con 'Orsai' a fin ponerles al tanto. 'Tributo' al 'Boss' en el mejor de los casos, y al 'ruido como fin y medio', que la música ponga de los nervios a todo dios, en especial a los que juegan moviéndose a velocidades rayanas con la de la luz. A Valverde se le exigía lo que no está en sus escritos. Porque Ernesto es un tipo templado que se gusta en 'la noche oscura del alma', que se traba en esa otra del "sábado a la noche, ya cobré, y mi dinero yo me lo gané".

Y si es él el que se acelera, en tropel lo siguen sus jugadores. "Queriendo llevar a cabo la segunda jugada sin que la primera se haya consumado; tratando de anotar el segundo gol sin que el primero haya subido al marcador". En sala de prensa achaca esta disfunción a sus jugadores olvidando que, a la hora de rugir, los leones cumplen órdenes; las de un entrenador que, a su vez, las recibió de su presidente en el momento de firmar bajo la letra grande del contrato.

Mientras todo sea rock and roll, el Athletic irá progresando a duras penas por un camino verde y rocoso. Se impone un receso. Para admirar y asumir. Y ya que el fútbol es música, entregarse a la maravillosa versatilidad de un león, otro, que al componer, tocar y cantar, abre su abanico y nos airea de soul, jazz, folk, country, blus, estilos, todos ellos, que se funden con el rock y lo suavizan, convirtiéndolo en una música que al león lo vuelve humano.

Y al futbolista lo convierten en un intérprete del 'waiting game', jugar a esperar, esperar mientras se juega, el juego de la espera, tomar la primera decisión a su debido tiempo, y luego la segunda, a fin de que el fútbol fluya para, a la hora de apuntarse un tanto, hacerlo de tal modo que el que asiste y el que anota se lo estén pasando bomba porque lo suyo es 'Healing', y también Game, el 'juego curativo', 'jugar a curarse'.

Y si toca acercarse a la esquina, entender que estamos ahí, en el lugar adecuado, ese córner en el que esperando estamos a que, después de tanto ataque tumultuoso, nos llegue la calma que se necesita para convertir en goles todos aquellos trances que el 'Zorro' Aduriz los hubiera saldado con la señal de la zeta rasgada en el paño negro de la bandera que a media asta cuelga de las balconadas en las que el Athletic sigue siendo una religión.

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista