Es Noticia

Cría cuervos, Athletic, y se seguirán mofando de ti hasta que alguien dé un golpe sobre la mesa

Kuitxi Pérez

Y se acabó la diversión: llegó el 'Alguacil' y mandó a parar. En los días previos a la visita del Athletic Club al 'Reale Arena', es como si desde el cielo de Lezama hubiera descendido una nebulosa envolvente que atrapara a Ernesto Valverde y su plantilla con su 'efecto dormidera'. Olvido total de los pasajes de la historia que conciernen a los duelos que el Athletic ha librado en el feudo donostiarra.

Y el que olvida la historia, ya se dijo, está condenado a repetirla. Con la memoria enferma, pues, se presentaba el Athletic en 'Sociedad'. La Real, sin embargo, como si el ultimo 'derby' hubiera  acontecido ayer. "El tercer tiempo". Como sucede en el rugby. Vencer. Para, de seguido, celebrar la enésima 'hazaña' en la sidrería Petritegi de Astigarraga. Porque para el equipo donostiarra, someter al Athletic vale su peso en un oro de muchos kilates.

Este es el once que sacaba Valverde en el derbi vasco ante la Real Sociedad (Foto: Athletic Club).

Y es que, sin recurrir al mundo emocional, difícil, si no imposible, entender cómo Valverde y los suyos han convertido Anoeta en la la consulta del 'tercer dentista de la liga'. Real Madrid, FC Barcelona. Real Sociedad y su gente, la que enloquece dándole la espalda al verde cada vez que el equipo marca; y ese futbolista que, tras anotar el segundo de la noche, contonea el culo como ofrenda a sus mejores amigos.

Cría cuervos, Athletic, y se seguirán mofando de ti hasta ese día en el que alguien dé un golpe sobre la mesa alrededor de la cual se sientan las directivas para 'calentar' la previa en perfecta hermandad.

De carácter se trata. De morder en cada disputa. De sacar las garras como leones que han llegado para cobrarse lo suyo. Porque con jugar no basta. No es suficiente trenzar el juego con bonitas maneras. Con aparentar. Porque sabido es que las apariencias con engaños comienzan y con engaños se consumen de seguido a señalar 'Gilma' el final de la partida. Fingir tampoco es suficiente.

Valverde, en el derbi ante la Real en Anoeta (Foto: Athletic Club).

Ya lo escribió Fernando Pessoa: "El Athletic es un fingidor, finge tan completamente que hasta finge que es debilidad la debilidad que en verdad siente'.

Y complejo de inferioridad, también. La Real Sociedad se había adelantado  en el marcador incluso antes de que Le Normand fusilara a Unai Simón aprovechando el efecto dormidera que había sumido en el sueño a toda la retaguardia del Athletic.

Los futbolistas de Valverde no eran ni mejores ni peores, sino todo lo contrario. ¿Qué es lo que faltaba, entonces, que el viaje hacia la aventura de la victoria faltaba? Lo intangible. Lo invisible. Y hasta el ruido sordo que sobre el verde se convertía en silencio.

Yuri Berchiche y Take kubo, en el derbi ante la Real Sociedad en el Reale Arena (Foto: Athletic Club).

Antes del tanto del central francés, el todo de la nada. Como si en la trama de un acuerdo de no agresión. Fue poco más allá de los cinco minutos de verse por detrás en el luminoso cuando Iñaki no acertó a convertir en el gol de la igualada un pase de lujo que lo convirtió en verdugo cara a cara ante un Remiro que tenía toda la pinta de estar a un tris de ser ejecutado. Te perdono. Ni lo pensó ni lo dijo, tal vez porque estaba del todo convencido de que el Athletic terminaría superando a la Real Sociedad. Apenas de regreso de los vestuarios. Iñaki, pero tampoco.

Demasiado buen hombre como para matar. Le dio la espalda el Athletic a su 'enemigo', y éste, lejos de la gratitud, mató por segunda vez aprovechando que el entramado defensivo del Athletic estaba a la 'sopa tolondra'. Take Kubo. Pobre diablo. Obsceno gesto el suyo dirigido a unos amigos a los que tentaba haciendo círculos con el culo. Apariencias. Fingimiento. La Real estaba a lo suyo. En su salsa. Bañándose en el barro con el que se libran de todo mal.

Nico Williams y Vivian, junto al enmascarado Le Normand, en el derbi ante la Real en Anoeta (Foto: Athletic Club).

Iñaki Williams, Iker Muniain, un portero vendido. Esclavo de nada ni de nadie. Vengando por dentro todo "el mal trato" que había recibido en Lezama en los tiempos previos a su salida. Al garete ya. Deprimido.

Sin saber por dónde le pegaba un viento que no soplaba, el Athletic se había convertido en un juguete roto que Oyarzabal terminó destrozando porque no tenía otra cosa mejor que hacer.

Nada nuevo bajo la luz de la luna. Cuando el equipo llega lanzado tras un comienzo de lujo, 'días como éste'. Sin motivo aparente. La historia se repite porque los leones no la han terminado de asimilar. ¿Apariencias? ¿Fingimiento?... Como si Valverde y los suyos hubieran sido traicionados con el viejo beso de Judas.

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista

Escribir comentario 2 comentarios
Deja una respuesta
Su comentario se ha enviado correctamente.
Su comentario no se ha podido enviar. Por favor, revise los campos.

Cancelar

  1. edu

    De segunda, eres tú, y el aprendiz, malo por cierto, de cuenta cuentos.

  2. José Aurelio cuesta quince

    No merecimos perder es cierto Pero si tenemos dos delanteros centro que son de segunda pues es lógico que perdamos Como perdimos la temporada pasada contra Sevilla . Betis y semifinal contra osasuna Fallando todo tipo de goles. Puxa athletic!!