No ha caído el pequeño, pero robusto, Iker Muniain, árbol que es. Firme, 'sendo', se mantiene erguido. Y sin embargo, a su alrededor, cercado, con pluma o con hacha, ellos y ellas, seres menores que en su existencia disfrutan haciendo leña del árbol caído. Árbol de un bosque que es 'club', 'ovillo', por tanto, que nos llegó de Inglaterra para ir tirando de él hasta convertirse en "caso único en el mundo", que equivale a 'el mejor', así en entidad como en equipo, 'sociedad de la nieve' en permanente arraigo a los pies de los picos mas altos de esta cordillera nuestra nominada Euskal Herria.
Apenas ha superado la barrera enigmática de la treintena. Le tenían ganas, sin embargo. Como si en lo perverso de ir matando leones con su cañón de pasado, presente y futuro encontraran ese placer que necesitan para dejar una leve huella en su triste caminar por una vida que, al no entenderla, les engulle hasta el hondón de sus negras entrañas.
De Iker Muniain estamos hablando, de quién, si no. De este futbolista al que, en tiempo de vacas gordas y espigas brillantes, lo apartan de la manada como si no fuera león de merecer; como si su cara de pura oveja latxa, rubia, no conllevara el mismo pedigrí que la oscura, negra, del búfalo más amado por la familia del Athletic Club.
Salvo Aitor Elizegi, que mostró querencia y apostó, como un día Joaquín Caparrós lo hiciera, por un presente y futuro en Lezama, pocas son las voces que lo aclaman, escasas las plumas que lo alaban escribiendo torcido sobre renglones rectos.
"Su tiempo pasó", "Que se vaya, nada mejor puede darnos que todo lo que nos dio desde el día aquel en que debutara frente al 'Young Boys', "El Athletic no regala renovaciones", "En este juego tan dinámico y, sobre todo, veloz, la insoportable lentitud de Muniain no tiene hueco".
Puestos a decir barbaridades, y menospreciar, podrían haber recurrido a Víctor Jara con su rabia, ingenio e ironía: "Que se vaya a Miami con sus tías".
En tiempos de carencia para el fútbol. Sin Cruyff, sin Maradona, sin Pelé y, en lo que al Athletic de verdad le duele, sin Txetxu Rojo, clama al cielo que una gran mayoría, como si en nombre del dios de una plebe, preste un carboncillo y ofrezca su mano para marcar de negro la frente de Muniain.
"Anda, vete, vaga, como Caín, por los desiertos arábigos que nadie, salvo Lilith, y ésta para el amor, te pondrá la mano encima". Éste es el pueblo, éste es el Dios; éste es el Athletic cuando su gente se hace oír, o calla. Como si aburrida de ver a Iker Muniain, o de su edad y sus doctrinas cansada.
Qué te pasa, Athletic. Qué nos pasa. Qué nos ocurre para que, en tiempo de bonanza, de la espesura surja un ejercito todo él a base de hachas con la intención de echar abajo el árbol que Muniain representa para, de seguido, hacer leña de lo caído.
A las puertas de la Catedral hay un 'txopo' gigante todo él de bronce patinado. Es Iribar. El que gozaba siendo el heterónimo de Dino Zoff. El que lloró a los pies de Giacinto Facchetti. El que supo de Sepp Maier y del 'torpedo' Muller. Alguien dijo que el recuerdo es algo muy lejano, y la nostalgia, un ente brutal que nos acecha en cada esquina. Iribar sabe de Franz Beckenbauer. Aquella elegancia nacida desde la libertad.
De Mundiales sabe Iribar con el 'kaiser' liderando el combinado teutón. 1966 en Inglaterra. 1974 en Alemania. Y entre ambos eventos, destrozando el libreto de la virtud, aquel fascinante futbolista que a cada paso, en cada pase, nos cautivaba en México dignificando el fútbol al ser capaz de continuar siendo astro con el hombro desencajado, su brazo derecho adherido al cuerpo, piensa, maneja las piernas, la toca de lujo con los pies.
Ha dejado de estar para dedicarle todo su tiempo a Muniain. De Iker, su consejero. Y protector. Escudo humano en el que se pierden los golpes bajos con los que tratan de castigar al "clarividente" de la Txantrea.
Consejos venden los que para ellos no tienen. Tertulianos de barra de bar, esos que "resuelven todos los problemas del Athletic con una cerveza en la mano". Socios compromisarios. Todos ellos se creen con el derecho de solucionarle a Muniain un futuro para el que Iker se muestra incapaz. "Que deje el fútbol, que se retire en el Athletic y así convertirse en un 'One Club Man'... "Que renueve a la baja y, tras tres temporadas sin jugar ni un solo partido, haga lo propio habiendo sido león toda su vida".
Finalmente, los que desean para él muchos millones de euros en muy poco tiempo, le recomiendan que, cuanto antes, recale en la emergente liga de Arabia Saudí para volver a jugar junto a Aymeric Laporte. Hay que ver cómo y cuánto se le quiere a Iker Muniain por parte de esa 'raza vil de hombres y mujeres tenaces', solo a su goce ruin y medro atentos, y no al concierto universal del Athletic, 'Club'.
Ovillo de cuya lana me encantaría que el 'pony de la Txantrea' tirara y tirara hasta terminar siendo lana del ovillo, ovillo del Club, Athletic. Athletic Club. Caparrós lanzó una estrella, que junto a Bielsa brilló, Valverde la dignificó para andar por estas tierras en las que un día murió".
• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista
Es una pena que traten así a Iker, pocos se han dejado tanto el alma por el Athletic como él. Le deberían renovar. Es el capitán y es un ejemplo.