Desde Madrid, los athleticzales vivimos nuestro equipo, el Athletic Club, con una especial intensidad. Por un lado, es un foco que nos ilumina, una unión de razón y sentimiento que nos entronca desde la lejanía con nuestra tierra. Es un recuerdo familiar, un presente que mira sin descanso al futuro, una constante promesa de felicidad.
Por eso aplaudimos sus goles con el deseo de que se unan a los que los gozan directamente en San Mamés. Pero, por otro lado, sufrimos las derrotas como una sombra que se alarga durante toda la semana. Estamos, en suma, siempre a la espera. Es esa nuestra condición. No sé cuánto nos comprenden. Lo que sí sé es que en voz baja o en voz alta siempre acabamos diciendo: ¡¡¡Aupa Athletic!!!
• Por Javier Sádaba Garay, filósofo, Catedrático honorario de la Universidad Autónoma de Madrid y athleticzale