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Nico Williams para Balón de Oro, ¿y Txetxu Rojo, Sarabia o Txurruka?

Centro de Txetxu Rojo jugando con el Athletic Club.
Kuitxi Pérez García

Balón de Oro al mejor futbolista del mundo, con Nico Williams en la candidatura, y Trofeo Lev Yashin al portero más destacado, con Unai Simón. Palabras mayores que se escriben con minúscula. París bien vale una misa, el rito al que acuden los jugadores que no creen en un Dios menor que no existe. Algo se esconde detrás de la parafernalia.

Así como el Oscar es de Oro, el Balón también lo es. Por qué esa necesidad de remover los cimientos de los estadios buscando, en el tormento de la hierba, quién fue capaz de correr más rápido, de mostrarse más fuerte en los duelos, de elevarse por encima del que creyó saltar más alto que ninguno. ¿Será el dinero?...

Ya se dijo: "Hace mucho el dinero / mucho se le ha de amar / al futbolista discreto convierte en artista / hombre de respetar". La misma retahíla que se emplea con las mujeres emergentes en un deporte en el que la plástica femenina no es alabada como se merece...

Unai Simón y Nico Williams serán los representantes del Athletic Club en la próxima gala del Balón de Oro.

Y de repente... Unai Simón Mendibil, como portero, y Nicolás Williams, el artista que se mueve por el verde sin poder utilizar las manos.

Simón, Pedro, y sobre la piedra que eres poder reedificar la iglesia de San Mamés para que su condición de Catedral supere todos los estilos que se mezclan mediante el milagro de la piedra: románico, gótico, barroco, renacentista...

Frank Gehry con su museo Guggenheim y las Bodegas Marqués de Riscal sitas en Eltziego, y el Palacio Euskalduna como el recinto adecuado donde pueda seguir recreándose Van Morrison, el 'León de Belfast' al que el maravilloso George Best no le pudo seguir el paso porque lo suyo era hacer magia a fin de que aquel niño pudiera decirle a su padre, "Papá, aún no, esperemos un poquito que George Best se ha hecho con la pelota"...

Los hermanos Nico e Iñaki Williams hablan en secreto antes de un partido (Foto: Athletic Club).

A vueltas con Nico Williams, a cuenta de él. Hace cuatro años, provocando a la grada de La Florida con sus maneras excesivas, y a día de hoy, ya lo ven, nominado entre los que pugnan por convertirse en el mejor jugador del mundo. Qué barato se ha puesto el fútbol. Y con qué tipo de detalles se pretende que suban a lo más alto del cajón jugadores efectistas como el hermano pequeño de Iñaki. Escucho, leo, y me derrumbo. Y me declaro infeliz, hombre infeliz, y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi infelicidad.

Inhumados unos; otros, incinerados. Polvo de estrellas, en definitiva. Alguien tenía que ser el que, tras la revelación del Apocalipsis, rescatara aquella selección peruana de Oblitas, Sotil y Chumpitaz, que sacaba la pelota jugada a base de caños y paredes en el corazón de su propia área. De Gerson, el 'rubio de Oro' al que Pelé le robó el alma intimidándolo con su fama.

De Sócrates, Cerezo, Falcao y Zico. De la Francia que jugaba a la ruleta de feria con Giresse y Tigana. De Cruyff, al que casi agarro de la camiseta antes de que recorriera el largo de San Mamés con su zancada elegante. De Maradona, en fin.

El 'Txopo' Iribar nunca tuvo dudas: "Txetxu Rojo ha sido un jugador excepcional" (Foto: Athletic Club).

Nico Williams, en la historia del Athletic Club tras ser nominado al Balón de Oro

Y trayendo el agua al molino del Athletic, qué quieren que les diga más allá de mi estupor al leer que Nico Williams minimiza al genial Javier Iruretagoiena Amiano, a Iñaki Txurruka y, he aquí la apostasía de este Athletic que es religión, Txetxu Rojo, del que Javier Clemente no se cansa de decir que es "el mejor jugador en la historia del Athletic".

Y como jugaba contra él en el patio alto del colegio de La Salle de Sestao, Sarabia, el 'orfebre de Gallarta' que conseguía lo que ahora no se logra: miles de pañuelos flameando el Coliseo que era San Mamés antes de que le robaran la magia de su 'Arco de la alianza' y la General de pie.

Sarabia, ese futbolista por el que merecía la pena gastarse la paga del domingo a fin de asistir a aquella diagonal construyendo una pared, al caño que precedió a la burla del último hombre, el portero, meta vacía, Empújala, Sarabia, como si fueras Jon Rahm embocando el último agujero de un terreno de juego descomunal.

Manolo Sarabia, en San Mamés, en un Athletic Club-Liverpool de Copa de Europa.

Yeste, Iturraspe, Iralola, el 'Gallo', Tiko, Del Horno, Susaeta, una locura la mía a la altura de Bielsa, que nos dejó con la miel en los labios al no poder sellar una Copa de la UEFA sublime.

¿De Nico Williams me hablan?... Sigan, sigan, que yo no me siento en el banquete de las ruedas de molino.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista

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