El portero del Athletic es Agirrezabala

En el minuto siete, lideradas por Iñaki Williams, tuvieron que saltar al verde las 'asistencias' del Athletic Club para que se empezara a fraguar una victoria vital. Oihan Sancet (7'), Nico Williams (29'), Paredes (76'). Y sin embargo, a pesar de golear con tanta facilidad en el coqueto 'Gran Canaria', dos, al menos, de los tres puntos en juego, se podrían haber ido al traste por un 'desajuste' serio en la portería que defendía Julen Agirrezabala, "el portero del Athletic", primicia que Ernesto Valverde adelantó a la prensa en su intento de que no se especulara al respecto luego de las dos comparecencias exitosas, fantásticas, de Alex Padilla, internacional absoluto con el México del 'Vasco' Aguirre.

"El portero es Agirrezabala"...

Txingurri, buen ahorrador, se sirve de la elipsis para que los periodistas se extiendan hasta rellenar los huecos en su declaración: "Nuestro portero, el portero titular del Athletic, es Julen Agirrezabala, más allá, y sobre todo por encima, del buen trabajo desempeñado por Alex Padilla, que volverá al banquillo, lugar que habría ocupado si Julen no hubiera estado lesionado, banquillo en el que no habría estado si Unai Simón no se hubiera sometido a una operación de largo recorrido".

O sea que, Valverde es ese tipo de entrenador que antepone el status previo al buen hacer de cada día, así en Lezama como en el comprometido momento de la competición.

A raíz del primer gol, obra de Sancet, asistencia de, utilicemos la elipsis, el Athletic se soltó hasta terminar gustándose. Plácido escenario, tanto, que sentí que me sumía en un sueño dulce y profundo. Ya era hora. Lo necesitaba. Lo agradecía. Sobresaltado, desperté para enfrentarme a la cruda realidad de este Athletic nuestro que no nos da tregua. Jauregizar y su oponente. Carrera en paralelo buscando el 'pio pio' la portería de Agirrezabala.

Podría haberse inhibido el 'txo', que trajinaba en la medular junto a 'Galaxy'. Que se vaya solo y que sea lo que el 'dios Guayota' quiera. Hubo derribo. Así lo entendió Ortiz Arias, txartel gorria, por aquello del "último hombre y la jugada prometedora" de una promesa incumplida. Lo grave no era que el Athletic se quedara en inferioridad, sino que, a consecuencia del libre directo, Agirrezabala fuera alcanzado por una bala perdida.

Imitando los dos zambombazos de Baba con el Rayo Vallecano, Sandro rompió la pelota para que primara la violencia en su disparo. Como si detrás de Julen, una tapia. Delante, a lo lejos, el 'pelotón de fusilamiento'.

O el portero no vio el balón, o una luz cegadora lo dejó a merced del destino que se estaba escribiendo con un lenguaje gestual. Los brazos que se levantan como el que pide clemencia, los que se agitan temerosos, el hombre que se estira sin moverse del sitio que ocupaba. Se la tragó Agirrezabala: con 'patatas arrugadas y mojo picón'.

"Hemos estado quince días masticando la última jugada ante el Atlético", había declarado Valverde en la previa. Otros dos semanas para masticar este gol recibido. Es pregunta.

De ser jaun ta jabe en la primera mitad, a sufrir, metidos atrás, más por la renta de dos goles recortada que por contar con un elemento menos. Cosa de los porteros, que tanto dan como quitan. Mientras, en el banquillo, Ernesto Valverde "había empezado a masticar", elipsis que anticipa un trabajo a realizar en Lezama, ojalá que tras una victoria.

La que Aitor Paredes parece haber sellado con este tercer gol, la elipsis para no redundar en la tercera asistencia. La elipsis que pretende cerrar un partido. Sin más. No sería el Athletic, sin embargo. Equipo que, poco a poco, nos va matando con sus angustiosas maneras de ganar.

El Athletic pasó del gozo al sufrimiento

Era el 82'. Y en ese pequeño espacio cabía el mundo. El del partido. Como si al Athletic no le valiera con el (1-3). De la épica nos hablaba el poeta Miguel Suaña, de que "el Athletic es una Epopeya". De sí mismo quiere volver a dar fe "nuestro portero", para que, a los quince días por el gol recibido, se sumen otros quince, un mes entero masticando, estas dos últimas semanas por un gol que está a punto de llegar. Julen lo sabe, pero nada puede hacer.

El guion del partido estaba escrito. "Ganarás en el Gran Canaria en una tarde soleada de la que ya tengo el recuerdo". Por mí corazón está volviendo a pasar en este preciso momento. Un envío inocente al área. Entre los once metros de cal y la posición que ocupa Agirrezabala.

Esta mañana lo recordaba con Patxi Etxabe. "Urbano Anda le decía a Mariano Susilla (nuestro portero en juveniles): "Si sales, sal con todas las consecuencias, pero no te quedes a medio camino; si optas por no salir, clávate en la raya de gol". Luego de dudar, Julen Agirrezabala abandonó la portería, como si con los ojos tapados con una venda azul de seda y los puños encogidos del que teme lo peor.

La pelota fue a la cabeza de Alex Muñoz, que se había prestado como colaborador necesario para "el juego del mastique". Un mes entero masticando chicle en Lezama. Terapia curativa para Valverde.

Misofonía, tortura en los oídos de Agirrezabala al escuchar su nombre en boca de todos, de muchos, de algunos, o de esa mayoría silenciosa que recuerda lo que sufrió Alex Padilla al ser descartado por su entrenador tras dos partidos excelsos defendiendo la portería de Iribar.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista