Decepcionado. Indignado. Dos estados de ánimo que me inundaban antes de que en el cronómetro de Ferrer Busquets empezaran a correr los tres minutos de prolongación en San Mamés. Decepcionado, sí. Porque cuando Alex Berenguer anotó el cuarto para el Athletic Club, el luminoso señalaba el 55'. Cuarenta minutos por delante. Tiempo suficiente, y hasta excesivo, para que los leones buscaran con ansia el quinto de la tarde, (5-0), o sea, lo que los exégetas de este hermoso juego dieron en llamar la "goleada perfecta".
Sin la necesidad de tener que arrasar al RCD Espanyol, el Athletic gozó de tal suerte, que gozó cual nunca cuando, a falta de la testa o el pie, Vivian se sirvió del recurso de su rodilla para sacarle el máximo beneficio a un córner botado desde el banderín derecho. Disponía de caña y aparejo para pescar. Optó, finalmente, por la sequedad impenetrable de su rótula.
Parecía no haber dueño sobre el verde. A veces, un asedio sin incendio. Hasta que en las páginas del partido se empezó a escribir el 'Cerco de la Catedral'. Alex Berenguer y su estilográfica. Un pase filtrado, libre de anomalías, alcanzó la posición de Iñaki Williams. Infiltrado entre sus dos 'escoltas', amortiguó con el interior de su pie derecho la pelota al mismo tiempo que se la orientaba para terminar fusilando sin miramientos a un portero abandonado a su suerte por los suyos.
Rápido, ágil, zarpazo mortal para evitar que Joan García sufriera. El 'Cielo de los porteros sin malicia' habitaba cuando, dos minutos más tarde, entre Nico, Berenguer y el hermano mayor de los Williams montaron un 'trio' para 'beneficiarse' de Joan, un muñeco que Iñaki evitó al escoger la escuadra larga como destino final de su latigazo severo.
Corría el 55' cuando Alex Berenguer le reclamó al destino lo que consideraba suyo. Lo más valioso. El gol. El cuarto. Una virguería. Amagó a la derecha con un toque leve. Recorto hacia dentro. A solas con el portero García, utilizó la zurda para ejecutarlo de 'un solo disparo', pero seco, raso, base del poste, gol básico, de sencillez, por qué enredarse buscando la filigrana. 55'.
Tiempo suficiente para que los leones se lanzaran en busca de la 'goleada perfecta'. La que yo quería. La que deseaba. Pero por encima de todo, lo que necesitaba. Canta Tarque, voz rotunda de M Clan, que "la mentira está escrita en los periódicos de mañana".
Sería por eso, sí, por eso sería. Que para no ser tachado de mentiroso, Valverde, sin una orden explícita, mandó a parar la diligencia que con tan buen rodar había partido desde la posada en la que el 'Universo Athletic' se concentra antes de cada partido. Decepcionado. Defraudado. El Espanyol habría de regresar a su jaula con tan solo cuatro mensajes de papel atados en sus patitas. No habría, pues, una 'goleada perfecta' que plasmar en estos papeles.
De la portería a cero beber para ahogar mis penas. La rabia de no disponer de las temporadas suficientes para recordar un (5 - 0) que pasara por mi corazón cuando tuviera ganas de lágrimas de alegría. Como si de manera intencionada, la suerte de este partido habría de ser la misma suerte del Atlético de Madrid, Sevilla y Girona. Recibir un gol de mala manera en ese tiempo que se extiende al otro lado de lo reglamentado.
Como si lo viera venir. Pura intuición. Agirrezabala, "el portero del Athletic" que se empeñaba en recordarnos Ernesto Valverde. Las cámaras se centran en él mientras, cual topógrafo, ordena la línea y el espacio a ocupar por sus operarios. Se le escucha, incluso. El realizador, primo hermano de 'Cristo' en "El show de Truman", ordena un plano para que en él pueda triunfar el 'golpe' que Tejero está a punto de darle a su 'pelotón'.
Minuto 91'. El Athletic de Valverde está a punto de asumir el cuarto gol en ese espacio de tiempo no reglamentado. Tantas indicaciones, tantas órdenes, total, para qué, si el destino de este partido estaba escrito. "El portero del Athletic es Julen Agirrezabala".
Donde manda Ernesto Valverde, poco, más bien nada, puede objetar Padilla, un portero que, a pesar de sus soberbias comparecencias, o tal vez por ello [ponerle a su 'superior' en un brete], debe purgar por el atrevimiento de subirse a las barbas de 'Txingurri'.
No nos engañemos. Sólo hay una vía, así como un tren tan solo hay en este 'camino de hierro' por el que transita un portero a punto de descarrilar. El 'golpe de Tejero' despoja de todo poder a Julen Agirrezabala, que, cuando su gente más lo necesitaba para no resultar dañada, observa, inerte, el viaje de un balón destinado a 'la terminal de la red' donde descansan de noche los 'esféricos de mercancías'. "Hacer la estatua".
Con estas tres palabras, el cronista entiende que todo el pescado está vendido. Y a la hora de las preguntas y respuestas en la 'Sala de Prensa Jose Iragorri', ni "mu". O sea, esta boca no es mía. Silencio por las dos partes. El cuarto gol en tiempo de prolongación [que Agirrezabala se traga] es obviado por un entrenador que le dedicó dos semanas a ese otro que Nico Williams le puso en bandeja a la tropa de Simeone. Frivolidad en el silencio. Con goles como éste se empatan y se ganan los partidos.
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista
Falta ambición. Es un problema que tenemos desde hace como 20 años. Vamos 2 a 0 en casa, y en vez de buscar el tercero en el 77 con 2 a 1 pedimos la hora. En cuanto vemos los 3 puntos bajamos brazos. El otro día pudo ser un 6 a 0 histórico. En cuanto al portero creo que pudo hacer algo más aunque la barrera la vi mal en el lanzamiento, que por cierto fue perfecto (otra cosa que hace años no tenemos, un lanzador)
Arrizabala no se trata nada, primero Uanai en la barrera aparta la cabeza y segundo es un gran lanzamiento. Ese poco sabe esta periodista de fútbol OLE gusta provocar polémica como a los inútiles.