Este lunes, en la tertulia sobre el Athletic Club del ínclito Patxi Herranz, hablábamos en pleno centro de Bilbao del impactante debut, tanto en lo acústico como en lo futbolístico, de Maroan Sannadi con los colores rojiblancos. La salida al campo del nuevo futbolista de Athletic generó un nivel de decibelios y una atmósfera de una expectación inusitadas en un chaval de 24 años que proviene de la tercera categoría, ahora llamada Primera Federación, y al que la gran mayoría de los asistentes al campo no habían visto jugar ni un minuto en el Barakaldo CF o el Deportivo Alavés.
El chico de Vitoria-Gasteiz cumplió de cine. Luchó con los defensas con su poderío físico, les sacó un par de tarjetas amarillas, realizó un par de jugadas de auténtico mérito, y, sobre todo, en tareas de verdadero nueve específico, aguantó de espaldas la tarascada de un central y le puso un pase que no acabó en gol tan solo porque Oihan Sancet, pese a estar tocado con la varita mágica de los que logran un hat-trick, resolvió muy mal con su pierna izquierda.
Pues a uno se le ocurre una doble explicación. Por un lado la deportiva, claro. Muchos echaban de menos la figura de un delantero poderoso, que recordara a un Ismael Urzaiz por ejemplo, que añadiera un perfil diferente a lo que tiene Ernesto Valverde y que sirviera además de competencia y espolease a un Gorka Guruzeta súper trabajador, pero que no está en su mejor temporada realizadora de goles. Es la gasolina de los delanteros.
Y por otra parte, creo que la grada de San Mamés estaba volcada con el delantero babazorro por el racismo que había padecido en los últimos días.
Una avalancha de ataques a él y ya de paso a la filosofía del Athletic, gratuitos, tan solo por su procedencia familiar y su color de piel. Para qué vamos a engañarnos, hay mucho racista ignorante suelto por el mundo. Sobre todo en el falaz de las redes sociales y su vomitivo anonimato que tan fácilmente permiten desbarrar. Pero ojo, que en 'la vida real' también tuvo que tropezarse en el Benito Villamarín con algún energúmeno sólo por salir a la banda a calentar con Adama Boiro y De Marcos.
En esas salió el chico al campo y realmente temblaron las gradas como si fueran las ya cascadas del viejo San Mamés. A uno le recordaba a aquellos tiempos en los que Ernesto Valverde sacaba del banquillo a Julen Guerrero como acelerador de la afición, o a cuando José Ángel Iribar disputó el partido del adiós a la vieja catedral el 5 de junio de 2013.
Rugía San Mamés en su carrera hacia la portería de Ingenieros y se coreó en masa el 'Iribar es cojonudo'. Pero claro, el portero de Zarautz es un mito, tiene hasta una estatua y 614 partidos oficiales. Lo del debut de Maroan Sannadi es digno de un estudio sociológico.