Visto y oído el once por el que se decantó Ernesto Valverde para hacerle frente al Real Madrid, entendí que lo que pretendía el míster de Vitoria-Gasteiz no era puntuar, sino darles descanso a los 'héroes' que recién nos habían metido en 'semis' para medirnos al Manchester United del 'emérito' Alex Ferguson. "Bat nator zurekin, Txingurri, esan nion nere buruari". Totalmente de acuerdo con el técnico, que mantiene al Athletic Club en la cuarta plaza de Champions, y pugna, con serias opciones, por meter a los leones en la final de San Mamés. Bejondeizula, Ernesto.
Contento con la alineación, también, estaría el bueno de Juan Elejalde, que, para este tipo de lances, pide en 'su micrófono' de 'Onda Vasca' que el Athletic se presente con los juveniles, y algún refuerzo del infantil. Como si su petición se hubiera tenido en cuenta. Salvo el sistema, 1-4-2-3-1, innegociable, todo era un naufragio previo, la enésima crónica de una derrota anunciada. Acabada la batalla, muerto el combatiente con más pena que gloria, Txingurri arrojaría una luz esclarecedora: "Ni haciendo un partidazo como el que recuerdo puntuamos; volvimos a casa con un [3-0] doloroso".
Una alineación de partido de pretemporada en La Florida. No era el 'Portu' el rival, sin embargo, sino un Real Madrid que, tras su caída en Champions, se lo juega todo a la Copa y a no perderle la rueda al FC Barcelona en LaLiga. Enrabietado, por tanto. Animal herido, el que más peligro tiene. Y sin embargo, desde el inicio hasta el final del primer acto, el Athletic, con tres líneas muy juntas y adelantadas, impecable en lo táctico, generoso en las ayudas, desbarataba todas y cada una de las intentonas ofensivas merengues. Tocaba y tocaba el Real Madrid ante un Athletic impertérrito. Destrozando refranes. "La bota llena y el suegro borracho".
La 'primera unidad', en la reserva, y los llamados a suplirla, forzando al cuadro merengue a entregarse a la inspiración de Vinicius. Un escenario similar a ese en el que el Athletic de Valverde termina dándole la pelota a Nicolás Williams para que derribe la muralla con el ruido de la velocidad, el regate y la filigrana. El Athletic, debido a tanta ausencia, no era perfecto, más de acercaba a lo que Ernesto Valverde simplemente había soñado la noche en la que se vio con su gente en las termas de Caracalla.
Camino del vestuario, abordaron a Paredes. Aitor, sin tiempo para idear una mentira, se vio obligado a confesar: "Un despeje que cojamos y a ver si metemos gol". Desconociendo lo que sucedió en los vestuarios, tengo para mí que Ancelotti le ganó a Valverde a la hora de los intentos y la motivación. Tan sólo cinco minutos, y el Real Madrid había generado en ataque más acciones de peligro que en toda la primera parte.
"El Athletic ha dejado de defender", apunté en mi blog con la letra propia del periodista al que se le olvidó escribir con un bolígrafo en la mano. Como en el mito del Mar Rojo, las líneas zurigorris se abrieron de una manera exagerada. Aparecieron los huecos. Líneas de pase. Grandes espacios para entrar por dentro, y, en especial, por fuera.
Sufrían Gorosabel y Boiro. Vesga y Beñat Prados. Djaló y Unai Gómez. Berenguer y Guruzeta. Tan sólo Unai Núñez y Paredes mantenían el tipo, y Unai Simón, que, ante la desbandada de su gente, se hizo cargo de la portería como un autónomo que cotiza a lo alto en la antigua 'Bolsa' de las Siete Calles. Caos. Ese escenario que no arregla ni dios. Pánico. El miedo a perder lo que no se había venido a ganar. Pero ya puestos...
O descompuesto. Los jugadores se quitaban el balón de encima a falta de otros recursos que explotar. Sucedió, entonces, que a Valverde le dio ese 'cuarto de hora' con el que pretende alterar de manera rotunda los partidos cuando pintan mal. O muy mal, como era el caso. La profecía de Aitor Paredes estaba cobrando vida. "Un despeje que cojamos y a ver si metemos gol".
Con Iñaki, Sancet y Sannadi ya en el campo. Faltaban el 'día' de Nicolás Williams, el 'niño' de Jauregizar, y el 'don' de Ruiz de Galarreta. Demasiado inocente e ingenuo Valverde. Creer que porque en el verde estuvieran la 'pantera', el 'ciervo' y el 'Elefante' habría de cambiar el partido me despertó una ternura infinita hacia su persona. Y un respeto imponente.
Porque el plan de Txingurri era mantener frescos a los que se entregaron hasta el extremo a fin de que el Athletic Club se metiera en semifinales de la UEFA [Europa League] por tercera vez en su prodigiosa historia. Que frescos llegaran a la cita con la UD Las Palmas. Que sin lesiones ni molestias terminen metiéndole mano al United del 'emérito' "Sir" Alex Ferguson.
"Y al final llegó el final", canta Joaquín Sabina. Porque "todos los finales son el mismo repetido". Luego de un asedio inmisericorde, Federico Valverde, el uruguayo convertido al 'madridismo' que predica su presidente, la clavó lejana por la escuadra del llamado 'palo largo', la derecha de Unai Simón, que cuajó un partido notable.
Que el tanto de la derrota llegara en el 93' no fue un acto de crueldad para con el Athletic. Fue cosa del tiempo. Su distorsión. El reloj de Martínez Munuera avanzaba y retrocedía. No era cosa de un juez humano, pues. Entre el cielo y la tierra, Cronos. Rey de los Titanes.
Dios que descendió al Bernabéu para desatar la destrucción a través del tiempo que le fuera encomendado a Martínez Munuera. No haya duelo. El Athletic sigue siendo una 'epopeya'.
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista
Jugando mal, como casi siempre en este estadio..... Y perdiendo como siempre.
Otro año más sin ganar y ya van 21 años.Esperemos que no se repita lo de la copa que fueron 40.