Si algo nos ha dejado claro este curso futbolístico con respecto a nuestro Athletic Club es que se puede competir al máximo nivel en cualquier torneo con nuestra filosofía deportiva, “Unique in the World”. El “espíritu” único -olímpico, por definición, añadiría yo- que tiene el equipo y que ha definido recientemente el entrenador (Ernesto Valverde) en una rueda de prensa es un acicate y no un obstáculo. Es una motivación, no un lastre. Así lo han demostrado los resultados tanto de Copa o de Europa League como muy especialmente la obtención de la cuarta plaza en LALIGA y la consecuente clasificación para la Champions y la Supercopa.
Un año para enmarcar. Si tuviéramos que escoger algún momento estelar para ello, una foto digna para el recuerdo, sería, cómo no, la clasificación para la semifinal europea después de tanto tiempo sin catar la competición continental a ese nivel – desde la etapa de Marcelo Bielsa como entrenador (2011-13). Ver al futuro ex-capitán De Marcos celebrando el pase junto a sus compañeros tras vencer al Glasgow Rangers fue una imagen memorable.
Un marco casi perfecto para la hazaña. Una verdadera lástima la posterior eliminación por parte del árbitro noruego (quiero decir,... por parte del Manchester United) ya que habría sido la guinda de un pastel repartido, además, en La Catedral en esta ocasión.
Como en el mundo del teatro ocurre con la “contrainte” (una limitación creativa voluntaria para exprimir lo mejor de las actrices y actores en el escenario) el Club -la afición, el staff técnico, la directiva- ha conseguido transmitir por fin a la plantilla desde el año pasado que con nuestra idiosincrasia podemos ganar a cualquiera si lo damos todo en las tablas, es decir, en el verde.
Después está la suerte caprichosa esperando y sonriente -si la buscas- y la pericia en los aciertos, que caen de un lado o de otro. Pero que el público vea las actuaciones de sus jugadores locales dialogando de tú a tú a Mbappé o Lewandowski levanta el ánimo a cualquiera, que no puede evitar cantar el “Txoria Txori” de Mikel Laboa al final de una intensa performance en dos actos – tres en los casos de prórroga.
Una de las personas que puede representar -así lo ha hecho hasta la fecha- todo lo dicho es nuestro veterano lateral derecho: Oscar de Marcos.
Más allá de los datos, (573 partidos, 39 goles, una Copa del Rey, dos Supercopas, apenas amonestaciones…) que le convierten en un jugador histórico, Demar ha sido un deportista ejemplar, en todos los sentidos, dentro y fuera del campo. Comprometido, sacrificado, elegante, generoso, luchador,... un gudari rojiblanco en todos los sentidos que transmite más que lo que el brazalete de capitán pueda significar. No es raro que todos los entrenadores que ha tenido hayan confiado en él hasta hacerle titular.
El mencionado “Loco” Bielsa recordó en una entrevista para siempre a este jugador entre todos por sus cualidades y virtudes sobradas cuando se le preguntó por su etapa en Bilbao. Nadie quería que se fuera el de Laguardia. Tan solo él mismo ha sido su propio protagonista de la fecha de despedida.
Si tuviéramos que otorgar el máximo galardón artístico en el séptimo arte, el óscar sería para él (la lengua me asiste aquí...) como mejor actor secundario. Porque en un juego colectivo no existen los protagonistas sin el auxilio de estos personajes. Si hay goles, es porque hay asistencias. Si no se encajan, es porque hay una gran defensa (la menos goleada de la Liga en 2024-25.)
Si se compite, es porque hay voluntad de ganar. En fin, la esencia del foot-ball, 11 contra 11, cristalizada en este hombre que desde su posición en el campo -que le va como anillo al dedo- siempre ha colaborado al máximo tanto para llevar al equipo a la victoria como para que no pierda.
Una pena que en el último partido de la temporada el equipo haya perdido. O tal vez no. Porque si alguien ha sabido trascender las derrotas y darles un valor por encima del mismo fútbol ha sido tú. Eterno, mítico De Marcos.
Por tanto que a ti te puede parecer tan poco, por tan poco en la historia de este deporte que es tanto para la afición que ha compartido contigo cientos de partidos… Eskerrik asko!
Gracias, Óscar. Que es lo mismo que decir: gracias Athletic.
. Por Miguel Suaña, Escritor y filólogo
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