'Juega Diego Costa, Morata al banquillo'. El comentario corrió como reguero de pólvora desde casi dos horas antes de comenzar el encuentro entre el Atlético de Madrid y el Juventus de Turín, de la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones.
Simeone había sorprendido con la decisión. 'No está para aguantar 90 minutos', había señalado el técnico la víspera del combate cuando fue cuestionado por el delantero hispano-brasileño. La respuesta parecía indicar que sería Morata el que comenzase como titular, pero no fue así.
Pretendió Simeone contagiar a los suyos desde el primer minuto de la garra y el empuje de Costa. Del carácter que transmite a sus compañeros y a los hinchas. Una grada que vivió una noche con un ambiente espectacular. Otra página para la historia del recién estrenado Wanda Metropolitano.
Y Costa no decepcionó. Desde el anuncio de su participación, el público se encendió coreando su nombre. Y estalló de felicidad cuando lo vio enfilar el terreno de juego con los suyos. Entonces se cruzaron los gritos de apoyo en su favor y las sonoras pitadas a Cristiano Ronaldo, el eterno enemigo, otra vez amenaza para los rojiblancos, que ya habían sufrido 22 goles del portugués durante los nueve años que militó en el Real Madrid.
El 19 del Atlético salió como un león. Fiel a su etilo, se mostró rápido y veloz. Se movió en el ataque de un lado a otro. Ganó pelotas divididas y fue un incordio, sobre todo para Mattia De Sciglio, incapaz de frenarle.
Pero Diego Costa, sobre el que pesaba la advertencia de que una tarjeta amarilla le impediría disputar la vuelta en Turín, por acumulación de amonestaciones, no tardó ni seis minutos en verla. Se adelantó de la barrera de una falta que lanzó Cristiano Ronaldo y fue amonestado. Revolucionó al Atlético, pero no se demoró en algo que muchos esperaban como muy probable.
Costa protestó todas las jugadas, se encaró con el árbitro y con el cuarto árbitro. Enseñó se energía. Y de sus botas, en el minuto 24, llegó la primera jugada polémica del partido.
Encaró y sobrepasó a De Sciglio y atisbó el área del Juventus. El defensa turinés le dio primero en el hombro y después en el gemelo. El delantero cayó dentro del área y Felix Zwayer pitó penalti para el Atlético. Pero la revisión del VAR lo sacó fuera.
El jugador, que reapareció el pasado sábado en el partido ante el Rayo Vallecano, de Liga, después de no jugar por lesión desde el encuentro ante el Girona el pasado 2 de diciembre, se vació durante el tiempo que estuvo en el césped. Se dejó el alma.
En el minuto 50, gozó de una clarísima ocasión. Antoine Griezmann le lanzó un balón al espacio y la 'pantera' ganó con una tremenda zancada a su defensor hasta plantarse sólo delante del cancerbero Wojciech Szczesny, pero lanzó muy mal. Desviado. Poco después, Griezmann estrelló un balón en el larguero. Eran los mejores momentos del Atlético.
Costa estaba ya justo de gasolina. Se le notaba desgastado hasta el límite. Simeone tenía razón. No estaba para 90 minutos. Estaba para 57, los 57 primeros, en los que se desfondó. Se dejó la piel y el alma y fue sustituido por Álvaro Morata.
Morata anotó un tanto que pareció legal en el minuto 72, pero el VAR volvió a revisar y lo anuló por falta del delantero. Nadie lo vio así, salvo el árbitro. Una vez más, el Atlético había salido perjudicado por el videoarbitraje. El Metropolitano se indignó, pero José María Giménez lo hizo estallar en el minuto 78, con el primer tanto. En el 83, Godín llevó el éxtasis a la grada con el 2-0. Lo dos uruguayos inundaron de felicidad a la hinchada.
Costa ya estaba en el banquillo. Su partido fue de casi diez, pero la tarjeta le impedirá jugar la vuelta. Diego Costa, genio y figura. Y el Atlético, también.