Oh, Comandante Giménez

Nadie duda de que el gran protagonista de la tarde en el Metropolitano ha sido Álvaro Morata. El delantero, esta vez sí, marcó su primer gol con el Atlético de Madrid en el duelo ante el Villarreal. Y lo hizo de una forma preciosa, todo hay que decirlo, y con una celebración curiosa: hizo un amago de mirar a Undiano para pedir el VAR. Pero esta vez no había videaorbitraje que le anulase el tanto, completamente legal.

Estuvo bien Morata en la hora que estuvo sobre el césped. También fue muy protagonista Diego Costa, que tuvo tres claras para marcar y al final se disfrazó de asistente. Acudió a la oficina un día más Jan Oblak con una parada providencial cuando el marcador aún estaba 0-0. Pero hay un jugador que, sin hacer tanto ruido, destacó por encima de todos ellos: José María Giménez.

El 'Comandante' está en un nivel de forma que le coloca entre los mejores centrales del mundo. Y no, no exageramos. Ya el pasado miércoles sacó su mejor versión, frenando una y otra vez las acometidas de Dybala, Cristiano y compañía y disfrazándose de goleador con un gol de puro orgullo. Hizo el 1-0 ante la Juventus y sacó todo su coraje a relucir, dándose golpes en el pecho, gritando, mirando a la grada de animación.

El caso es que este domingo ha estado igual de bien, puede que incluso mejor en defensa. Tuvo hasta tres cruces providenciales para tapar los disparos del Villarreal dentro del área. De Bacca, de Ekambi y hasta de Mario Gaspar. Con este último, no dudó en quedarse como una piedra cuando el balón iba directo al pecho para evitar el gol del empate. Por alto, imperial en el juego aéreo, una vez más, y corrigiendo algún que otro fallo de Savic en defensa.

Giménez sacó su gen uruguayo, el gen tan competitivo que tanto gusta a Diego Pablo Simeone y a la grada del Metropolitano. El gen de un Comandante en toda regla que, si las lesiones lo permiten, se convertirá en una figura histórica del Atlético de Madrid. Y tiene a Godín al lado como mejor profesor.