El Atlético de Madrid se despide de la Champions League. El equipo que se ganó, por derecho propio, por rendimiento, por orgullo y por lucha (hasta por sorteo), ser uno de los favoritos para ganar el título, se marcha de la competición con el sabor más agridulce posible: gol en el último suspiro, sí, pero partido para olvidar. Porque el orden gana títulos, pero el talento también gana partidos, Diego.
"Ganar no es lo más importante, es lo único", comentaba Simeone en la previa del encuentro ante el RB Leipzig. Y estando de acuerdo con el argentino, pues en Lisboa ni lo importante, ni lo menos importante, que suponemos en este teclado que sería aquello de jugar bien al fútbol. Tragedia absoluta.
Simeone y sus chicos bailaron al ritmo de un apabullante RB Leipzig alrededor de 65 minutos. Los que tardó el argentino en darse cuenta que a veces el talento le gana al físico. Que a veces, por pocas veces que sea, apostar por el chico que más talento tiene en tu plantilla, puede funcionar.
Joao Felix estaba en casa. Y así se mostró. Como si jugase en calcetines por el pasillo de su hogar: controles, desbordes y una superioridad parecida a la de Neymar ante el Atalanta. Me la juego con esto, sí, pero los primeros diez minutos del niño fueron una auténtica locura. Y dieron para empatar.
Pero tras el gol de penalti, lo más importante pareció comerse a lo menos importante. La presión de la victoria pudo con la soltura del juego y se hizo de noche: el RB Leipzig se encontró con un balón en la frontal, un rechace de Giménez y un gol.
La crueldad del fútbol: cuando mejor parecía estar el equipo, peor se puso el resultado. Estuvieron más rápidos, más intensos. Y ahora, como dice Koke, toca reflexionar sobre aquello de las importancias.
Porque aquí, en mi pequeño escritorio, también creemos que ganar es lo más importante, siempre, pero para sumar hay que hacer algo más. Y apostar, a veces, por momentos, por el talento también, Diego.