Transformado en productividad, mentalidad, ambición, contundencia y regularidad, la diferencia entre el Atlético de Madrid de ahora, líder de LaLiga Santander, y el de hace un año, con incluso la cuarta posición en duda, no sólo la marcan los 13 puntos de distancia entre uno y otro momento, sino varias cualidades, características y nombres del conjunto rojiblanco.
Es la diferencia más visible, porque hace un año estaba al servicio del Barcelona y porque ahora lo está al del Atlético, con el que ha marcado nueve goles en sus primeros doce encuentros de LaLiga Santander. Ha sido clave en seis de los ocho últimos tantos de su equipo y decisivo para lograr nueve de los doce puntos más recientes del conjunto rojiblanco, que ha multiplicado su eficacia y, por extensión, sus números goleadores: de las 29 dianas de ahora en los primeros 15 duelos a las 16 del pasado curso a estas alturas. Una diferencia de trece goles. Y una distancia de trece puntos, porque la pasada campaña sumaba 25 en este momento y era sexto a siete puntos de la cima. Ahora tiene 38. Y es el líder de la tabla.
La palabra siempre ha formado parte del discurso de Diego Simeone como el factor clave que puede con todo -o casi todo- en el fútbol, pero de hace un año a ahora ha sonado con insistencia. La echaba de menos entonces, frustrado porque no tenía un problema de ocasiones, sino de ejecución final, y la demuestra ahora en cada compromiso en un porcentaje altísimo. Su 0,21 de promedio de goles por tiro es el mejor de la actual temporada de LaLiga Santander, según recogen las estadísticas del torneo. También dentro del área, con un 0,18.
Más allá de la explicación de Luis Suárez como motivo del paso adelante, el cambio del Atlético va mucho más allá: es un equipo con una vocación más ofensiva, juegue o no juegue su '9', que quiere la posesión, que combina más y mejor, más preciso, con una movilidad y un primer toque sin el que su volumen de juego sería mucho menor y que mira más a la portería contraria que a la suya propia cuando diseña el planteamiento de un encuentro. Antes siempre fue al revés. En ese nuevo ecosistema, por tipo de futbolistas, sale beneficiado el colectivo y cada individualidad de las que dispone el técnico. "Sigo lo que el equipo me pide y, evidentemente, el equipo en este momento está pidiendo eso y nosotros nos acercamos a los que creemos que nos acerca el objetivo", decía Simeone antes del 4-0 al Cádiz.
No sólo corresponde a la actual temporada, sino que se remonta más allá, a la vuelta del parón por la Covid-19, cuando el equipo retomó la competición en junio con la necesidad de recuperar la tercera posición. El Atlético disparó su ambición, sobre todo con más evidencia en sus partidos lejos del estadio Wanda Metropolitano, el punto donde había sido más débil y donde había generado un montón de dudas a lo largo de la toda la campaña. Al principio de la pasada Liga, primero especulaba y luego iba a por el partido. No le daba. Ahora sale desde el primer momento a por el encuentro. Sin matices.
No hay ningún futbolista, quizá, que personifique la evolución del Atlético de un año a otro como Marcos Llorente, el descubrimiento más rotundo de los últimos tiempos, con un valor incalculable para su equipo, transformado en un goleador indudable pero también en un extremo derecho desbordante y en un medio centro trabajador, como ya lo era, liberado además por una llegada tremenda. En el último año natural, ha marcado 12 goles. Sólo Joao Félix ha logrado más. Y está dentro del once tipo, ya sea como delantero, extremo o medio centro, cuando hace un año le era completamente ajeno. Nada que ver con su presente. Ha aportado seis goles en el liderato. Junto a Luis Suárez, probablemente es el futbolista que más marca la diferencia en el actual Atlético. Él decide partidos. Hace un año, con 15 duelos jugados de Liga, era suplente habitual o un sustituido en el descanso cada vez que jugaba de inicio. Por ejemplo, en la visita en 2019 a Mendizorroza.
"Es un jugador importantísimo. Por su cuestión táctica, por su entender la necesidad primero del equipo y después de lo que él puede dar al equipo y evidentemente ha crecido muchísimo desde la cuarentena para adelante. Ha venido muy bien y con una velocidad y un paso mucho más dinámico. (...) Koke, en algún pasaje o momento no tan positivo futbolísticamente, es tremendamente importante para nosotros tácticamente. Hoy que lo acompaña la intensidad, el juego, la dinámica y el momento que está puede desarrollar todo lo que tiene". Son palabras en esta temporada de Simeone. Siempre indiscutible, no fue fácil el pasado curso para él, incluso silbado puntualmente en el Metropolitano, pero es un futbolista esencial para el Atlético y para el técnico. Lo fue en tiempos pasados y lo es ahora de forma irrebatible. De su 'nueva' posición en el medio centro, respecto a la banda de épocas pasadas, ha surgido un mejor equipo, más combinativo, más ofensivo y más ganador, porque tiene visión de juego, precisión, fútbol y liderazgo en esa demarcación.
El Atlético se siente mejor en campo contrario. Es su naturaleza. En el primer semestre de la pasada temporada no lo consiguió tanto como pretendía, sobre todo porque su presión no estaba tan ajustada como sí lo está ahora. O como lo viene haciendo desde la vuelta del parón por la Covid-19. A ese momento, en concreto al segundo tiempo con el Athletic Club, se remonta ese cambio tan sustancial para diferenciar un año de otro, cuando se decidió a una presión alta que ha sostenido a lo largo del tiempo. En aquella interrupción de la Liga, Simeone trabajó aspectos tácticos que luego puso en marcha. Desde entonces nada más ha caído en un duelo de Liga y ha ganado 19 de 26 choques, incluidos 11 de los últimos 12 en este ejercicio.
Es un cambio visible en el Atlético, habitualmente armado en torno al 4-4-2. Ahora se ve más el 5-3-2 en esta campaña en el esquema de Simeone, decidido a tal solución después del 4-0 recibido contra el Bayern Múnich. Era la forma de proteger el lado más vulnerable de su equipo, la espalda de los laterales. Lo ha resuelto con un tercer central para la cobertura de cada banda, con la entrada de Carrasco por Renan Lodi por la izquierda y con las ayudas de Savic, por detrás, y Llorente, por delante, a Trippier, que naufragó en las primeras jornadas. El resultado es una defensa más firme por los costados. Era un punto débil. Ya no lo es. Atrás, además, lucen Mario Hermoso, por el perfil zurdo, y Stefan Savic, por el derecho, en un estado de forma imponente en esta campaña.
A estas alturas de la pasada temporada, el Atlético era un visitante menor. Realmente lo fue hasta el parón de la Covid-19. En sus primeros siete encuentros de LaLiga Santander apenas ganó dos (0-1 al Leganés y 0-2 al Mallorca). Perdió con la Real Sociedad (2-0) y empató -su principal problema entonces- con el Villarreal (0-0), el Sevilla (1-1) y el Alavés (1-1). Seis puntos más ha sumado ahora en sus primeras siete salidas, con cinco victorias más. En toda la pasada Liga logró seis triunfos a domicilio en 19 desplazamientos y venció 28 de los 57 puntos fuera de casa: un 49 por ciento. Ahora ha ganado 16 de 21: un 76 por ciento.
No hay mejor ejemplo que el mismo partido frente al Alavés en Mendizorroza de un año a otro. La pasada temporada, allá por octubre, el Atlético ganaba 0-1 al bloque vitoriano, cuando su rival igualó en el minuto 83 por medio de Lucas Pérez. No tuvo recursos ya para evitar el 1-1. Este domingo, después del 1-1 de Felipe en propia puerta, nadie se conformó en el conjunto rojiblanco, lanzado a la ofensiva final que tuvo recompensa. "Hemos vuelto al ataque con todo y hemos conseguido hacer el segundo gol", dijo Marcos Llorente. En toda la pasada temporada, el conjunto rojiblanco encaró cuatro duelos con idéntica circunstancia -se adelantó primero y recibió el empate luego rival-. No ganó ninguno. Todos terminaron con 1-1. El gesto de Simeone al término del duelo, cuando resoplaba y aguardaba a sus futbolistas, delató la importancia de la victoria en Vitoria.
Joao Félix también ha multiplicado su aportación. A su llegada, en su adaptación, era un futbolista de destellos, tan intermitente como lo era todo su equipo, lejos de la capacidad definitiva que se le presupone y que este curso ya ha demostrado, aunque no haya sido tan indiscutible como otros en el once de Simeone. Nunca hubo duda de su talento ni de sus posibilidades, pero hace un año, bien como goleador o como asistente, había contribuido a cinco goles (cuatro como autor y uno como pasador) y ahora, en este curso, ha participado en nueve (cinco tantos y cuatro asistencias) en la Liga, además de que ha agrandado su fútbol, su liderazgo y su constancia.
Yannick Carrasco volvió de China a finales del pasado mes de enero. Más maduro, no llegó a tope físicamente, necesitó una especie de 'pretemporada' paulatina e individual para alcanzar el ritmo de sus compañeros, para despertar todo el futbolista que había demostrado antes incluso en el propio Atlético. El parón por la covid-19 le vino tan bien que, a la vuelta, se hizo con una titularidad que no intuía antes. Hoy es indiscutible, más incluso de lo que fue en su mejor versión en el pasado. Desbordante, regateador, poderoso en el uno contra uno e incluso asistente a balón parado. No sólo ataca ya, también defiende. Y se ha amoldado a la perfección a esa misión de carrilero con toda la banda izquierda. Ha servido cuatro asistencias y ha marcado dos goles en esta Liga.
Todo confluye en la actual regularidad, "lo más difícil de encontrar en la vida" o "lo más complejo del fútbol", en palabras de Simeone. Desde que el Atlético de Madrid fue campeón de Liga en 2013-14, no había atravesado rachas como las que ha trazado en esta Liga, como los siete triunfos antes de la derrota sufrida en el derbi o las once victorias en doce jornadas que acumula en este momento. El pasado curso, su mejor serie fueron cuatro partidos ganados. Antes del parón por la Covid-19, tres. Y en sus primeras 15 jornadas, sólo logró seis triunfos, con siete empates y dos derrotas: 25 de 45 puntos. Ahora son 38 de 45. Una diferencia de 13 puntos.