En más de nueve años al frente del Atlético de Madrid, el técnico argentino Diego Pablo Simeone había mantenido innegociable su esquema 4-4-2 con dos pivotes en el centro del campo. Hasta esta temporada, en la que ha sido campeón de LaLiga Santander con un solo pivote, el capitán Jorge 'Koke' Resurrección, el centrocampista ancla más ofensivo de la 'era Simeone'.
Erigido en el sostén del equipo, Koke volvió a desplegar su bandera para celebrar un título, el de LaLiga Santander ganado en el José Zorrilla de Valladolid (1-2). "Esta bandera ha tenido mucha historia, es la bandera de la suerte. Muy contentos con el trabajo que hemos realizado y de ser campeones", señaló el vallecano, que celebró su primer título como capitán de la escuadra rojiblanca.
Mario Suárez, Gabi Fernández, Tiago Mendes, Saúl Ñíguez, Thomas Partey, Rodrigo Hernández... Hasta ahora todos los '5' empleados por Simeone en su estancia en el Atlético habían sido jugadores de un perfil mucho más defensivo que el centrocampista vallecano, que durante su carrera ha jugado como interior por la banda o acompañante del medio centro.
Sin embargo, algo cambió esta temporada que concluyó en el título liguero conquistado en el José Zorrilla de Valladolid (1-2). Y no por falta de pivotes posicionales: además de Saúl, la salida del ghanés Thomas Partey fue suplida con jugadores de garantías como el uruguayo Lucas Torreira y más tarde el francés Geoffrey Kondogbia. Incluso el mexicano Héctor Herrera, más un volante que un interior, ha jugado en ese puesto. O Marcos Llorente, cuya asombrosa irrupción casi hace olvidar que venía para ser ese '5' posicional.
Por delante de todos ellos, prevaleció Koke. Por primera vez solo en ese lugar, algo que no había ocurrido en sus once temporadas anteriores en el primer equipo. Las lesiones de Herrera y la irregularidad de Saúl le obligaron a asumir el puesto en solitario, y el resultado fue más que satisfactorio.
Tanto fue así que con el vallecano a los mandos, el Atlético encadenó esa magnífica racha de ocho victorias consecutivas entre diciembre y enero que le hicieron sacar hasta once puntos de ventaja al frente del liderato. Todos ellos con Koke como pivote, escoltado por Marcos Llorente y Thomas Lemar como interiores con clara vocación ofensiva. En esa racha solo se perdió un encuentro, el 1-2 en Eibar, por acumulación de tarjetas amarillas.
Una estabilidad impensable hace años, no solo por el cambio de esquema -Simeone solo se había salido del 4-4-2 en las ocho temporadas anteriores en situaciones puntuales, cuando se había encontrado un rival que utilizara tres centrales-, sino por la propia trayectoria del capitán rojiblanco.
El medio centro vallecano, segundo jugador con más partidos de la historia del club al haber superado los 500 encuentros (suma 502 y solo tiene por delante al histórico Adelardo Rodríguez, con 553), comenzó jugando como interior por la banda derecha o izquierda, en función de las necesidades de Simeone, que lo convenció en 2012 para que no se marchara al Málaga.
En la banda contraria al turco Arda Turan, formó parte del equipo que ganó una Copa del Rey primero y una Liga después, volcado a la banda izquierda. Cuando el turco se marchó al Barcelona, pasó al costado derecho, pero con la disposición siempre de completar huecos, también en el centro acompañando al capitán Gabi Fernández.
Pero nunca estuvo nominado a ser el pivote central del conjunto rojiblanco. Para reforzar ese puesto Simeone fue encadenando fichajes: los argentinos Matías Kranevitter y Augusto Fernández, Rodrigo, Llorente y esta última temporada Torreira y Kondogbia... Al final, todos ellos acabaron dejando sitio a Koke.
El vallecano no solo ofrece sacrificio en el centro -lleva años siendo el jugador que más kilómetros recorre del equipo-, sino que agrega responsabilidad a la hora de querer el balón para iniciar la jugada, algo que en otras temporadas no sobraba en el Atlético, visión de juego e inteligencia para entender lo que requiere cada momento.
Su vocación más ofensiva que defensiva se compensa con el esquema actual del Atlético, que al contar con tres centrales puede descolgar a uno para ayudar en la presión al rival o que asuma mayor riesgo para intentar un robo, y con el compromiso de Marcos Llorente, un 'todocampista' capaz de robar y destruir tanto como de desmarcarse al espacio para marcar o asistir.
Superada esa tendencia a "ocupar demasiados lugares" y hacer "más de lo que tiene que hacer" que Simeone reconocía que sufría en la temporada pasada, el Atlético ha encontrado su ancla en el jugador más ofensivo de sus centrocampistas.
Un ancla que le ha permitido mirar hacia adelante y ganar la Liga, la undécima del club y la segunda de su capitán, que reivindicó el papel de los jugadores de mayor trayectoria en este equipo. "Parece que la gente se cansa de los mismos", dijo el sábado en referencia a su compañero Saúl Ñíguez, que no ha tenido su mejor temporada y con el que se fundió en un significativo abrazo tras confirmar el título, mientras sigue sumando éxitos y triunfos que le acercan al mito Adelardo.