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Los dos goles de Griezmann antes de la expulsión: ojo a lo que hacen Lemar y Joao Félix

Iñaki Dufour

En el minuto 55, Antoine Griezmann miraba desconsolado, impotente, sin saber muy bien cómo reaccionar a su expulsión con tarjeta roja directa por el indudable golpe con la plantilla, también involuntario, que le propinó en la cara a Roberto Firmino en el trepidante duelo de la UEFA Champions League entre el Atlético de Madrid y el Liverpool, una vertiginosa montaña rusa para el delantero francés, líder de la reacción, doble goleador y factor determinante, para lo bueno y lo malo, del encuentro.

Sin sus dos goles, el equipo rojiblanco no habría empatado el 0-2 con el perdía a los 13 minutos. Ni habría puesto contra las cuerdas como puso al Liverpool, salvado por Alisson. Pero tampoco, probablemente, habría sido derrotado después, por la inferioridad numérica que causó sin querer el atacante galo, expulsado de un partido que era suyo.

Nada más habían coincidido 29 minutos sobre el terreno de juego, en la anterior jornada de la Liga de Campeones contra el Milan, Joao Félix y Griezmann, por primera vez juntos en una alineación de Diego Simeone, asociados en el ataque y tan incontestables como se espera, transformados en los líderes junto a Thomas Lemar de la estupenda reacción que protagonizó el Atlético de Madrid contra el Liverpool.

Griezmann rescató al Atlético de Madrid

Cuando la noche apuntaba a naufragio, del Atlético y de los dos, cuando en tan solo 13 minutos no la había tocado apenas ni uno ni otro, ni siquiera una ocasión, apenas algún detalle, y su adversario ya había conectado dos golpes rotundos, dos goles antes del cuarto de hora, uno de Mohamed Salah y otro de Naby Keita, entre la permisividad defensiva, entre la frustración, entre la incredulidad, entre la decepción.

Ni siquiera así desiste el Atlético. Entre la época más gloriosa de la historia del club, la más ganadora, la más laureada, la más potente, es una cualidad reconocible que lo ha aportado Diego Simeone, el técnico que lo cambió todo, que derribó las excusas de tiempos pasados, que ha armado un bloque que está preparado para competir frente a la dificultad más visible, cuya fe es inquebrantable, aún más con la acumulación de talento, posibilidades y recursos de la que dispone hoy el entrenador argentino.

A Lemar, el futbolista más clarividente, más decidido y más vertical del actual Atlético, nada que ver con su tránsito triste, inexpresivo, de sus dos primeros años en el club. A Joao Félix, cuya eclosión -frustrada la pasada temporada por las insistentes y dolorosas molestias en el tobillo derecho que apagaron todo su esplendor desde diciembre hasta junio- se intuye ya de forma definitiva este mismo curso. O a Griezmann, cuyo reencuentro con el técnico y el club con el que más deslumbró aventuran su versión más reconocible.

Porque 'El Principito', bajo la duda por su recorrido en el Barcelona, bajo sospecha por su fuga al conjunto azulgrana en 2019 y en el foco a su vuelta, porque aún no era el jugador que fue y se espera, era y es un futbolista incontestable, quizá desfigurado cuando cambió el Atlético por el Barça, pero un jugador cuyo nivel no admite matices, menos aún cuando viste de rojiblanco: 136 goles en 265 partidos.

Dos este martes al Liverpool, dos gritos para la reacción de su equipo, la reafirmación para opositar a la figura del Atlético que fue durante todo un lustro, de 2014 a 2019, la confirmación de que jugar al lado de Simeone le sienta muy bien al internacional francés, que primero tocó lo justo el centro-chut que Koke devolvió adentro del área tras una jugada de Lemar para anotar el 1-2 -en el minuto 20- y que después culminó con un control orientado y un tiro cruzado la desbordante conexión con Joao Félix.

También falló, entre medias, una fantástica ocasión frente a Alisson, el mejor del Liverpool cuando el partido rebasó el intermedio y cuando, después, descontó sus primeros minutos del segundo tiempo, cuando un balón aéreo centraba la atención de Griezmann, cuando levantó la pierna derecha de forma desmedida, sin atender a que Roberto Firmino acudía esa misma pelota. La plantilla, al rostro; la expulsión, inmediata.

La roja directa que cambió el Atlético-Liverpool

Su mirada impotente en cuanto vio la roja; los gestos de incomprensión desde fuera, al lado de la banda, también muy cerca de la jugada de Diego Simeone; las ineficaces explicaciones posteriores del atacante al árbitro, al alemán Daniel Siebert, de que había sido una acción involuntaria, fortuita, de la que no se percató porque él sólo atendía al recorrido aéreo de la pelota... Y la ovación con la que se marchó del campo, la mayor desde su regreso, también porque fue el mejor partido desde su anhelada vuelta hasta el minuto 55, hasta que su expulsión remarcó su permanencia en una montaña rusa.

Griezmann celebra su doblete al Liverpool (Foto: EFE).

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