El Atlético de Madrid atraviesa un momento de serias dificultades. Tras la derrota ante el FC Barcelona, el equipo rojiblanco ha perdido su puesto de Champions League de cara al próximo curso, lo que genera una situación preocupante por primera vez desde que llegara Diego Pablo Simeone. El técnico no da con la tecla y hay decisiones que son difíciles de justificar.
Una de ellas atiende a los nombres propios. La temporada está dejando muchos jugadores, aunque quizá el caso más insólito es el de Mario Hermoso. Su curso está siendo terrible, rindiendo siempre a un nivel muy pobre y quedando señalado día sí, día también. El caso es que el central, pese a su rendimiento, es titular indiscutible en el cuadro colchonero.
Mario Hermoso ha jugado 21 de los 22 partidos de esta temporada en LaLiga Santander, siendo titular en 19 de ellos y perdiéndose su único encuentro por suspensión. En Champions, seis titularidades en seis encuentros. Su único descanso completo por decisión técnica en toda la temporada llegó ante el Rayo Majadahonda en la Copa del Rey, mientras que frente a la Real Sociedad sí jugó durante media hora.
Su nivel es tan, tan bajo, que sus continuas titularidades empiezan a clamar al cielo. A su favor hay que decir que es el único defensa que nunca se lesiona y siempre está disponible, a excepción de aquella suspensión en la jornada 2. Las continuas lesiones de Giménez y Savic le han afianzado en el once y Simeone siempre destaca su salida de balón.
Una salida de balón que existía de manera positiva hace un año, pero que ya no es tal. Ante el Barça perdió el balón del segundo gol tras un primer tiempo terrorífico. Adama Traoré le hizo la misma jugada una y otra vez, saliendo siempre mal al corte. Lo del Camp Nou no es excepción: fue un horror ante el Villarreal, ante la Real Sociedad o ante el Valencia, por poner tres ejemplos recientes.
La llegada de Reinildo Mandava podría quitarle protagonismo como lateral zurdo en el 4-4-2. De hecho, ya le sustituyó al inicio del segundo tiempo en el Camp Nou. Su caso, aún así, es cuanto menos inquietante: lo juega todo y casi siempre queda señalado para mal.