No estaba en un buen momento Mario Hermoso, señalado en la derrota del pasado domingo contra el Barcelona en el Camp Nou, en el foco de muchos de los errores defensivos que ha sufrido el Atlético de Madrid en esta temporada y fuera del once de Diego Simeone por decisión técnica por primera vez desde el 21 de septiembre, también ante el Getafe, contra el que se redimió con el gol de otro triunfo agónico y crucial para el conjunto rojiblanco, al que sostiene en la competencia por las plazas de la Liga de Campeones.
En el mismo escenario, el Wanda Metropolitano, igual que hace dos jornadas contra el Valencia, cuando él transformó el tanto que culminó una remontada épica (3-2), el defensa madrileño firmó otra hazaña, aunque esta vez incluso con matices más imprevisibles, porque estaba en inferioridad numérica por la expulsión de Felipe Monteiro, porque su equipo había sido su mayor enemigo hasta ese momento, con un 2-0 a su favor que desperdició de una forma inexplicable, y porque fue el único remate en el segundo tiempo.
"Un partido que te dan la vuelta cuando menos te lo esperas, algo que era difícil de asimilar, cuando te pones 2-0 por delante, juegas en tu casa, vas ganando y te dan la vuelta. Se pone todo un poco cuesta arriba. Esto habla del carácter del equipo y de lo que hay dentro. Tal vez, las situaciones adversas son las que nos hacen despertar y nos hacen tirar para adelante", apuntó el central a los medios oficiales del club.
El origen del gol es la nada. Simplemente un pelotazo en largo de Jan Oblak en esa carrera desesperada, también desalentadora, que tenía el Atlético contra el 3-3 y el Getafe, en el 87:40 hacia Marcos Llorente, cuya velocidad y cuya conducción surgían entonces como el único recurso capaz de cambiar el destino en el encuentro de un equipo que ya iba a deriva. Controló, aguantó y promovió una falta inocente de Cuenca en tres cuartos de campo contrario, escorada a la banda derecha de su ataque, para la última oportunidad.
Minuto 88 y 19 segundos. Rodrigo de Paul sacó la falta, puso un centro cruzado, largo, al área, que sorprendió y superó en su parábola al portero David Soria, que repuso Joao Félix hacia el centro del área y que remachó, cuatro segundos después, Mario Hermoso, que interceptó primero la pelota y luego remató de forma acrobática para hacer lo mismo que había hecho tres semanas antes frente al Valencia. Son seis puntos a última hora. Es un tesoro para el Atlético, en dos partidos en los que compitió contracorriente, contra sí mismo, que pudo perder.
"Me gustaría no ser especialista (de los goles en los instantes finales) y que el equipo ganara cómodamente y fuera todo mucho más sencillo, como nos pasaba la temporada pasada, pero hay veces que se presentan este tipo de situaciones y contento por ganar, que es lo principal, y seguir en este camino", valoró Hermoso, que esperó que "sea un paso adelante" para los próximos duelos. Este miércoles aguarda el Levante, el colista de la clasificación. Después, la visita a Osasuna, el sábado que viene.
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— Atlético de Madrid (@Atleti) February 12, 2022
UNA SECUENCIA DE 23 PARTIDOS DE TITULAR
El grito goleador de Hermoso, una vez pasada la celebración que lo derribó en el suelo (por el impulso de Sime Vrsaljko), también fue una liberación. Sufrió contra el Barcelona, desbordado por la potencia de Adama Traoré, en el centro de los dos primeros goles del conjunto azulgrana, como también lo estuvo en la jornada anterior en los dos tantos que anotó el Valencia. La consecuencia fue una suplencia impensable desde hace mucho tiempo.
Con la única excepción del duelo de la Copa del Rey contra el Rayo Majadahonda (entonces con los matices que conlleva por el rival, porque Giménez estaba sancionado para el siguiente choque y por una cuestión de descanso para él con vistas al encuentro de la siguiente cita ante el Villarreal), Hermoso no empezaba un partido en el banquillo ni en la Liga ni en la Liga de Campeones ni en la Supercopa de España desde el pasado 21 de septiembre, consolidado como estaba en el esquema, ya fuera como central zurdo o como lateral izquierdo, ya fuera en una estructura de cuatro atrás o de cinco. Siempre estaba en el once.
Es una secuencia de cuatro meses y medio. Y una serie inalterable de 23 partidos -con la salvedad del citado ante el Rayo Majadahonda- que terminó este sábado en el Wanda Metropolitano ante el Getafe, con la expresividad que tiene en su caso, porque no fue ni la segunda opción para el centro de la defensa: Simeone probó primero esta semana con Stefan Savic y José María Giménez en ese puesto, pero el positivo por Covid-19 del central uruguayo obligó al técnico a suplirlo. Y eligió a Felipe en lugar de Mario Hermoso.
Ni tampoco fue la primera posibilidad para el lateral izquierdo. Ahí prefirió el técnico argentino a Reinildo Mandava, fichado el 31 de enero, con sólo 34 minutos de recorrido en el Atlético en el encuentro precedente en el Camp Nou, pero titular en la agitación del once que promovió Simeone, que cambió a seis de sus once jugadores que partieron de inicio en Barcelona, con la circunstancia de que Felipe entró por el positivo de Giménez.
Simeone no tuvo ninguna duda en toda la semana. Desde su primera prueba, el pasado miércoles, insistió con ello. Esta vez no varió posiciones como hizo otras veces, sin ir más lejos la semana anterior, cuando probó como laterales izquierdos a Mario Hermoso, el propio Reinildo y Renan Lodi. Desde la aparición del internacional mozambiqueño, el brasileño no ha disputado ningún minuto. Ni frente al Barcelona ni frente al Getafe.
El gol de Hermoso desató la apoteosis en sus compañeros, en Simeone y en la afición. "Si algo siempre ha caracterizado a la gente y nos sentimos identificados muchos de nosotros, por no estar en nuestro mejor momento, que para nosotros también es complicado, es tener ese apoyo, ese ánimo, para no bajar los brazos y luchar hasta el último minuto", expresó Hermoso, cuya redención también es la del Atlético, un equipo aún por reencontrarse a sí mismo en esta temporada.