Álvaro Morata ha marcado uno de los goles más raros de su carrera. El madrileño anotó el 2-0 en el triunfo del Atlético de Madrid ante el Elche CF casi sin darse cuenta, y a pesar de que había realizado una maniobra de muchísimo mérito. Estaba en el césped mientras la pelota entraba y luego, en la celebración, creía que sus compañeros le estaban vacilando: "¿Pero es mío? No..."
El delantero recibió en la esquina derecha del área y dejó a un defensor por el camino con un recorte. Luego, en el área, pegó otro recorte hacia afuera y disparó con la zurda. El balón tocó en Pedro Bigas, quien también golpeó al propio Morata en la misma acción.
La pelota, tras ese rebote, se acabó colando por encima de Édgar Badía, llovida del cielo. El caso es que Morata se estaba doliendo en el césped y tardó varios segundos en enterarse de que la pelota había acabado en la red. De repente, pegó un brinco y se fue a celebrarlo con Griezmann. Y en la misma celebración, las cámaras le captaron preguntando a sus compañeros si el gol había sido suyo, sin creérselo demasiado.