El Atlético de Madrid ha cerrado el mercado de fichajes de enero con seis movimientos: tres salidas y tres llegadas. Un cambio de cromos en la portería, el ansiado refuerzo del centro del campo con Vermeeren y un central como Gabriel Paulista que conoce la competición para aportar fondo de armario. Un mes de enero en el que, además, se confirma su gran fracaso en el pasado mercado de verano.
Y es que más allá de quedarse con jugadores anteriormente cedidos como Samuel Lino o Rodrigo Riquelme, el Atlético hizo cinco fichajes en verano de 2023. Dos de ellos son casos especiales y con miras al futuro: Santiago Mouriño, cedido al Zaragoza para foguearse en la competición española; y Samu Omorodion, a quien se consideró una oportunidad de mercado y cedido igualmente al Deportivo Alavés.
Así pues, sólo hubo tres refuerzos como tal para la plantilla de Diego Pablo Simeone. Y ninguno ha salido muy bien, al menos de momento.
Su fichaje más caro fue Javi Galán, que llegó por sólo 5 millones de euros. Ya en pretemporada se evidenció que a Simeone no le entraba demasiado por el ojo y, sobre todo, que no terminaba de encajar en el sistema de tres centrales y dos carrileros. Seis meses después de iniciar el curso, Galán se ha ido cedido a la Real Sociedad hasta final de curso.
Çaglar Soyuncu llegó libre procedente del Leicester y se ha marchado seis meses después cedido al Fernerbahce. El turco tuvo pocas oportunidades, pero es que además en esas oportunidades también tuvo acciones muy desafortunadas y decisivas en defensa.
Empeñado en firmar jugadores a bajo coste o directamente gratis, el Atlético también se reforzó en defensa con César Azpilicueta, quien llegó libre desde el Chelsea. El navarro ha ido de más a menos, evidenciando su madurez en el vestuario pero también que ha perdido algo de frescura a sus 34 años. El caso es que Azpilicueta está ahora mismo lesionado y no volverá hasta el mes de abril... cuando su contrato acaba en junio, por lo que su futuro es una incógnita.