La primera semifinal de la Copa del Rey ha arrancado de una manera espectacular. El Atlético de Madrid se adelantó en los primeros minutos del encuentro con los goles de Julián Álvarez y Antoine Griezmann. Los de Simeone saltaron al terreno de juego con una energía incontrolable y los locales no pudieron frenar las embestidas rojiblancas.
El cuadro blaugrana reaccionó a los dos golpes asestados por los colchoneros y en el 19' logró recortar distancias por medio de un disparo de Pedri González. Pau Cubarsí, apenas un minuto después, remató al fondo de la portería un gran centro de Raphinha desde la banda derecha, colocando de nuevo las tablas en el electrónico.
El centrocampista canario del Barça emergió con el 0-2 en el marcador y apareciendo entre líneas condujo a los suyos a la portería defendida por Musso, siendo clave en su remate y en la construcción del juego.
Pese a la alegría atlética en los instantes iniciales del encuentro, el Cholo mantuvo su semblante serio en la banda y apenas celebró las dianas de sus delanteros. Es más, la ventaja obtenida parece que le activó aún más y comenzó a verse una versión más agitada del argentino.
Testigo de ello fue Conor Gallagher, que alrededor del minuto 15 de encuentro se llevó una bronca tremenda por parte de su míster por no cambiar el balón de banda.
Javi Galán había recibido pegado a la línea de cal más cercana a los banquillos, en la banda izquierda. El extremeño cedió el cuero al inglés, que controló y pasó el balón a al defensa.
Nada más soltar el balón, Gallagher se giró asustado a mirar a Simeone, que había enloquecido a unos metros al ver que su jugador no cambiaba la orientación del juego.
Con gestos muy efusivos, quejándose con los brazos levantado e incluso desesperándose de cuclillas, el Cholo dejaba una prueba más de su pasión en cada partido.