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El Cádiz sopla las velas con la Copa en la cabeza

Alejandro Vilas

El Cádiz CF está de cumpleaños. 104 años son los que separan el presente del incio de una pasión que desborda a toda una ciudad y a media provincia. La historia de un club escrita con más episodios crueles que felices, pero estos, tan felices como imborrables.

El último gran momento amarillo, el ascenso ante el Real Unión de Irún de la mano de Javi Gracia en la temporada 2008-2009. Tiempos desagradables: incontables antes de Irún y correlativos todos los que han venido detrás - italianos, ventas, desengaños- . Pero tanto en los buenos como en los malos, siempre ha habido algo perenne como el amarillo de la camiseta: el optimismo de una afición que nunca cesa, que año tras año vuelve y que nunca deja de animar.
El Cádiz se hace mayor en el día que debe hacerse un poco más grande. Una ronda más es la que separa al club amarillo del premio gordo de enfrentarse a un primera división. Ese sería el mejor regalo que los cadistas se podrían dar a si mismos. Para ello, primero hay que eliminar al CD Lealtad, once hombres que intentarán chafar la fiesta del cumpleañero.
El equipo que hizo llamarse Mirandilla FC en los años 20 del pasado siglo, sueña con que este, su 104 año de vida, sea el de su renacimiento y de una vez por todas, de la mano de Locos por el Balón y de 10.000 incondicionales, deje ese lado pesimista y sufridor que le ha acompañado a lo largo de toda su historia y afronte una nueva época en una división a la altura de lo que el escudo y su masa social representa.
 
 

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