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El inexplicable agravio comparativo con el Vicente Calderón

Basilio García

Resulta de lo más curiosa la distinta vara de medir que están empleando los responsables de seguridad en los estadios españoles. La afición que acude al Ramón de Carranza a presenciar los partidos del Cádiz Club de Fútbol no se ha escapado del especial, y puede que hasta excesivo, celo de las fuerzas policiales a la hora de introducir ciertos objetos que nunca se han considerado peligrosos y que ahora sí lo son.

La incredulidad del cadismo con las últimas medidas llegó a su punto más álgido el pasado fin de semana, cuando se le requisó a un aficionado de corta edad, acompañado por su padre, una ‘peligrosísima’ bolsa de papelillos. Esta acción se une a la prohibición de introducir pancartas que han sido santo y seña de la afición durante décadas.
Pues bien, esas medidas parece que más allá del Puente Carranza no se hacen cumplir con tanto ahínco. En el partido de este martes en el que el Atlético de Madrid eliminó en los penaltis de la Liga de Campeones al Bayer Leverkusen alemán, la hinchada del Vicente Calderón recibió al equipo con una lluvia de miles de papelillos tan espectacular como ‘potencialmente letal’, si nos atenemos a los criterios de seguridad que se siguen para acceder al coliseo amarillo. Por cierto, que pancartas que llevan años entrando en el coliseo colchonero -como la del Frente Atlético, por citar una-, se siguen viendo en las gradas del coliseo de la Ribera del Manzanares.

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