Güiza ya sabe lo que es marcar en el Rico Pérez

A sus 35 años, Dani Güiza puede presumir de haber celebrado goles ante un sinfín de rivales. Ha jugado en Primera, en Segunda, en Segunda B. Una Eurocopa, la liga turca y hasta en Malasia. Pero ahora solo tiene un objetivo: subir a Segunda División con el Cádiz CF.

El próximo domingo, el jerezano visitará un estadio donde ya sabe lo que es marcar. Ha jugado cuatro partidos ante el Hércules, dos de ellos en el Rico Pérez y militando en dos filiales distintos: el del Mallorca y el del Barcelona.
Y es que con la camiseta del equipo balear, Güiza ha anotado dos goles ante los alicantinos. El primero fue en noviembre del año 2000: el Mallorca B perdía en casa ante el Hércules hasta que el delantero anotó el empate definitivo en el tramo final del partido. El segundo de ellos, en el Rico Pérez, el mismo estadio donde el Cádiz se juega regresar a la categoría de plata el próximo domingo. En aquella ocasión, Güiza firmó el único tanto del partido a los pocos segundos de juego, una situación que todos los aficionados amarillos firmarían para el encuentro de este fin de semana.

77 días sin ver puerta

Lo cierto es que Güiza llega a la cita definitiva del Rico Pérez en una situación algo complicada. El delantero ni si quiera comenzó el playoff siendo titular, aunque Cervera acabó rectificando y apostando por su veteranía.
En cualquier caso, Dani lleva más de dos meses sin anotar un gol. Su último tanto fue el 10 de abril, ante el Sevilla Atlético. Desde entonces, diez partidos consecutivos sin encontrar la portería contraria en el tramo más determinante de la temporada.

Crisis de delanteros

Esta curiosa crisis de gol se extiende a todos los delanteros del Cádiz durante el playoff. De momento, los únicos que han conseguido anotar en esta fase de ascenso han sido Álvaro García (2), Salvi, David Sánchez y Carlos Calvo. ¿Los delanteros? Nada.
Sea como fuere, el Cádiz no solo se ha plantado vivo en el último partido del playoff, sino además con ventaja. Güiza y demás delanteros a parte, la ilusión cadista reside en un equipo en el que confían desde la portería hasta el banquillo.