Jugar en El Molinón era un escaparate ideal para que el Cádiz diera un golpe sobre la mesa y bien que lo ha hecho. El equipo de Álvaro Cervera hizo el partido más completo de la temporada y superó en todo a uno de los gallitos de la categoría. Este Cádiz logra su tercer triunfo consecutivo y desaparecen las fantasmas.
El Cádiz empezó el partido con personalidad y teniendo el balón. El primer aviso lo dio en el minuto siete, con una internada de Salvi que acabó en un remate de tacón muy flojo de Carrillo. Los locales parecían cómodos sin tener la posesión y saliendo con velocidad. El mundo al revés.
El partido parecía bajo control, pero se agitó con la lesión de Carpio, que fue cambiado por Marcos Mauro. En el juego parecía que no cambiaba en exceso porque el Cádiz seguía jugando bien y llegando a través de Salvi. Un gran pase de Álex Fernández lo dejó delante de Mariño, pero muy presionado por Barba, y su remate le salió con escasa potencia.
Cada vez que llegaba creaba peligro. Un disparo de Carrillo en el minuto 22 no encontró la portería tras una gran dejada de Salvi porque dio en la espalda de Barba. Y fue el preludio del primer tanto, que llegó en un córner. Un buen servicio de José Mari lo cabeceó a gol Garrido, que estaba solo.
Era el premio al buen arranque amarillo, que provocó la reacción inmediata del Sporting. A renglón seguido se produjo una gran intervención de Cifuentes a un tiro cercano de Santos. Los asturianos empezaron a tocar con velocidad arriba y hacían sufrir al Cádiz, que no contaba con un lateral específico en la derecha.
Garrido no sólo destacaba por el tanto marcado, sino por su trabajo defensivo entre los centrales y con constantes ayudas, al igual que José Mari. Era inevitanle que el Sporting achuchara y sólo faltaba que el Cádiz fuera capaz de tener el balón más tiempo en su poder, como en el inicio. Perderlo muy pronto provocaba un ataque continuo por parte de los rojiblancos en busca del empate.
Pasada la primera media hora, la posesión era casi totalmente del Sporting. Se necesitaba enfriar el juego para frenar el acoso. Las contras no salían con tanta facilidad, aunque Carrillo tuvo una buena opción en el minuto 37, pero cuando podía conectar con Salvi o Álvaro optó por lanzar desde fuera del área y el balón se marchó fuera.
Enfrente estaba un equipo que no necesitaba hilvanar mucho para crear peligro. A poco que Santos conectaba con Moi Gómez, el equipo local metía miedo. Un remate de Scepovic obligó a intervenir a Cifuentes en el minuto 40. El Cádiz, pese a todo, tenía sus opciones en los contragolpes, pero no estaba fino para terminar las jugadas.
En el inicio de la segunda parte había que aguantar el arreón inicial de los de Paco Herrera y buscar la sentencia a la contra. El Sporting casi siempre insistía por la izquierda de su ataque, por medio de Santos, intentando aprovechar la ausencia de Carpio. A favor del Cádiz corría el enfado del público de El Molinón, que estaba muy molesto con el juego de su equipo.
El partido estaba donde quería el Cádiz, con los locales bloqueados por la necesidad de ir hacia arriba. Pero la diferencia seguía siendo de un gol y pese a su buena colocación, la calidad del Sporting era indiscutible. Cuando se había jugado una hora de partido, sólo se echaba de menos tener más la pelota y matar a la contra.
¿Le entraría el miedo al equipo como en otros partidos? ¿Aguantaría en el plano físico? Eran las dudas a falta de media hora para el final. El equipo no estaba sufriendo, pero faltaba algo más. Y las dudas se empezaron a despejar cuando, en otra gran jugada de Salvi, llegó el segundo tanto del Cádiz. Álvaro García hizo un desmarque al primer palo y allí marcó con la pierna derecha.
Ya el Sporting tenía que volcarse y asumir muchos riesgos y el equipo amarillo estaba muy entero. Pensar en la victoria no era ningún disparate, aunque el Cádiz parece abocado al sufrimiento y no se podía dar por hecho el triunfo. Lo bueno, para calmar al ilusionado cadismo, es que el equipo seguía atacando y quitándose de encima la presión del Sporting. Un centro chut de Salvi estuvo cerca de acabar en el tercero en el minuto 72, pero Álex Fernández no llegó a tiempo para rematar cuando podía marcar a placer.
El Sporting quemaba las naves y un disparo de Rachid salió fuera por poco en el minuto 75, pero la sensación general es que el partido iba a caer del lado cadista. Fue un final inesperadamente plácido a la altura de un partido grande jugado por el Cádiz, que tuvo como guinda el tercer gol, obra de Barral. Un dulce epílogo para un equipo que vuelve a ser el que era. Cuidado con él.