El Cádiz no jugará el play off de ascenso después de muchas jornadas entre los seis primeros. El equipo de Cervera se encontró en Granada con muchos problemas en forma de lesiones y como ya iba bien justo de gasolina, se quedó sin recursos contra un rival que fue mejor, incluso sin jugarse nada.
En el comienzo del encuentro la posesión era para el Granada, a pesar de que no se jugara nada. El Cádiz esperaba con una actitud algo pasiva, pero con la aparente sensación de tener la situación medianamente controlada. Darwin Machís reclamó penalti a los 10 minutos y Quini asustó con un gran disparo desde fuera del área.
El Granada asustaba y el Cádiz no espabilaba mientras que llegaban los goles en otros campos. Además, para colmo, Jona tenía que pedir el cambio por una lesión en el hombro. Entraba Aitor y el equipo era más simétrico, pero en ese arranque desconcertaba ver al Cádiz a la expectativa cuando se lo estaba jugando todo.
Con el paso de los minutos el balón fue cayendo del lado del Cádiz, pero en un primer momento fue algo más estadístico que otra cosa. Le costaba mucho conectar con la gente de arriba y como las malas noticias nunca llegan solas, también pedía el cambio Barral antes de que se cumpliera la media hora.
El equipo no despertaba y estuvo a punto de ponerse perdiendo en una acción en la que el árbitro impidió que Álvaro García progresara con el balón, que acabó en poder de Ramos dentro del área. Por suerte Cifuentes intervino con mucho acierto y evitó el primer paso hacia el abismo.
Eran momentos de mucho sufrimiento y había que encomendarse a jugadores como Álvaro y Perea, los que parecían estar más despiertos. El albaceteño firmó una buena acción individual en el minuto 30, pero su disparo le salió muy alto. La tensión era tremenda porque estaba todo en contra y en el banquillo amarillo se veían escenas de mucha preocupación.
La versión del Cádiz era la de muchos partidos de fuera de casa: un equipo plano, sin identidad y con muy poca llegada. Pero no había más remedio que confiar en estos jugadores por las muchas cosas que ha demostrado durante meses. Y no era sencillo porque al filo del descanso se adelantó el Granada con un golazo de Machís con la izquierda. Era lo más normal en un partido muy decepcionante de los amarillos.
La segunda parte no podía empezar mejor porque Carrillo lograba empatar tras un buen centro de Brian, pero el destino no quería ponerle las cosas fáciles a los amarillos y Perea también se lesionaba en el minuto 49. Entraba Salvi en una apuesta algo arriesgada de Cervera, pero había que plantar cara al infortunio con valentía.
El partido era otro, pero el Granada seguía llegando y Machís pudo hacer el segundo, pero el balón se fue al palo en el minuto 55. El empate le había dado cierto empaque al equipo, pero era una noche aciaga y más cuando Correa fue expulsado por doble amonestación de un modo ingenuo e imperdonable cuando quedaba media hora por delante.
El Cádiz no sabía si ir a por el segundo gol de una manera desesperada en un momento de tanta debilidad o si era mejor apurar algo más. Con diez jugadores y después de tres lesiones, el equipo estaba luchando contra todo ante un rival que quería ganar, aunque hubiera nada en juego para él.
Salvi, entre algodones, tenía que matarse en defensa detrás de un Machís atómico. Todo eran calamidades y el reloj avanzaba de un modo inquietante. Necesitaba ir a la épica para llegar a la portería contraria, algo que no estaba consiguiendo desde el gol de Carrillo. Era puro sufrimiento mientras que sus rivales sí marcaban.
La situación era desesperada y la puntilla llegó con un segundo gol de Machís que no era una sorpresa porque el Granada siempre llegaba con más peligro y con más recursos. Los últimos minutos, que tendrían que haber sido de acoso cadista, se convirtieron en pura impotencia en un final que no merecía este equipo.