José Luis Ballesteros, el Love, es uno de esos personajes imprescindibles en Cádiz y su Carnaval. Con una trayectoria de más de 30 años de coplas, el carnavalero se cortó la coleta junto a su chirigota en 2019. Ahora vive este encierro obligado como todo hijo de vecino, pero con una gracia muy especial.
Ha atendido la llamada de ElDesmarque para contar cómo pasa las horas y alterna los buenos golpes de humor con algunos mensajes bastante profundos. "Estoy compañía de mi mujer, mi hija y mi cuñado. Viviendo esto como todo el mundo, con optimismo, echando de menos de abrazar a mi nieto, que eso muy fuerte. Esto es un aviso de la vida, somos muy malos con la naturaleza. Nos estamos cargando el mar, los bosques, el aire... Nos han mandado un castiguito. Después nos vamos a comer unas mojarras buenas y unas caballas caleteras", dice entre risas.
Pasa el tiempo "haciendo vídeos, disfrazándome, cuento chistes, canto cuplés, hago algunos personales... Me gusta hacer el payaso". Ya no trabaja en la farmacia, como ha hecho toda su vida, pero tiene un amigo muy cercano que le cuenta cómo está la cosa. "El Cabra me dice que está la cosa jodida. Estar con el público es lo que tiene, es inevitable. Aquí somos mucho de abrazarnos, de decirnos adiós. No somos del norte y nos gusta mucho darnos la mano y tomarnos una cerveza".
Como otros muchos aficionados ha aprovechado para recuperar vídeos de antaño con agrupaciones casi olvidadas y reconoce que ha descubierto cosas interesasntes: "El Carnaval me gusta verlo, pero cantarlo me gusta más. Ahora hay tiempo para ver vídeos antiguos. Lo estoy viendo desde el año 86 y estoy descubriendo cosas graciosas, incluso pasodobles que hablaban de cosas como la que está pasando".
Ya no está en activo con su chirigota, pero tiene actuaciones puntuales con el Cabra y el Lali por un lado y con Javi Aguilera y Carlos Pérez por otro. Todo se ha suspendido, por supuesto. "Teníamos varios contratos de bodas y comuniones y ahora también vamos a tener que ir a los tanatorios", bromea.
"Soy futbolero, me gusta el deporte, pero no soy un hincha. De vez en cuando voy a ver al Cádiz. Yo era socio cuando jugaban Juan José y Baena, cuando el marcador era una pizarra. Yo he jugado al fútbol, he estado en gimnasios y ahora hay que moverse en la casa. Yo me levanto, hago mi tabla de ejercicios y después cojo la tabla del jamón también", señala.
"Yo abro la nevera cada media hora. Yo ya me sé de memoria lo que hay, pero me creo que si la vuelvo a abrir va a haber algo nuevo, pero qué va, es lo mismo: los cuatro yogures y la mortadela", afirma con arte.
"En mi casa yo salgo a la compra, no quiero que salga nadie más. Me pongo mi mascarilla, pero me queda chica por la nariz que tengo. También saco a mis dos yorkshires. Veo a mucha gente por la calle y gente que hace fiestas. A ver si piensan en los demás y no sólo en ellos", denuncia.