La expansión del coronavirus ha llevado a los líderes políticos a tomar distintas decisiones para hacerle frente. Hay quienes han optado por restarle importancia, como Bolsonaro en Brasil o Donald Trump en Estados Unidos, y quienes han llevado las precauciones hasta puntos extremos, como Viktor Orbán, primer ministro húngaro, que se ha hecho con los poderes del país de forma ilimitada.
Con el apoyo de Fidesz, partido de Viktor Orbán, y el grupo de extrema derecha Nuestra Patria, el Parlamento húngaro aprobó el pasado 30 de marzo un estado de emergencia sin tiempo estimado que otorga plenos poderes al primer ministro. Durante este periodo, el Gobierno puede emitir decretos, suspender leyes y establecer el tiempo de duración del mismo.
“La Policía está llevando un control severo, han multado a mucha gente por salir, a tiendas por abrir…”, afirma Luis Tejada en ElDesmarque, un estudiante gaditano que se encuentra en Budapest por una beca Erasmus. Y es que el Gobierno húngaro ha anunciado además graves penas de cárcel para todas aquellas personas que no cumplan con las medidas establecidas por la cuarentena, así como para quienes difundan información falsa.
Sin embargo, antes de llegar a este singular escenario, Hungría había adoptado medidas menos restrictivas. Aunque hay que destacar que a diferencia de otros países como España o Italia, apenas contaba con nueve contagios en total cuando comenzó a aplicarlas.
“El 11 de marzo fue el último día que fui a la facultad. A partir de ahí, suspendieron las clases, los actos masivos, cerraron las discotecas… También limitaron mucho el transporte público, dejando unos servicios mínimos. En los metros, que suelen ir abarrotados, ahora apenas se veía gente”, explica Luis.
“A la semana siguiente sacaron unas medidas diciendo que bares, restaurantes y demás establecimientos solo podían abrir hasta las tres de la tarde; menos las farmacias y los supermercados, que mantenían su horario habitual”, continúa el estudiante gaditano.
A raíz de que se decretara el confinamiento el pasado 28 de marzo, la actividad en Hungría ha quedado limitada a farmacias y supermercados, y los ciudadanos tan solo pueden salir a la calle para comprar. Las estadísticas señalan que ya se han superado los 500 contagios y que la pandemia ha afectado a todas las regiones del país.
A pesar del caos que ha traído el coronavirus, las obligaciones no cesan para muchos, como demuestra el propio Luis: “La semana siguiente al parón nos la dieron como festivos, pero el 23 de marzo comenzamos las clases online y ahora estamos con los primeros parciales”.
Pero quizás, lo que antes resultaba tedioso, ahora se ha convertido en una forma de romper con la monotonía a la que nos vemos obligados en esta cuarentena. Aunque esta crisis no parezca tener final, hace falta tener paciencia y confiar en que esto será una anécdota más que recordar en el futuro.
Hola, me gustaría saber como esta el tema en hungría ahora. Me puedes escribir al correo?