Michael Robinson, un gaditano más

Muchos han conocido a Michael Robinson como jugador de fútbol, otros como comentarista, pero en Cádiz hemos tenido la fortuna de disfrutarle también como un gaditano más. Porque así lo ha demostrado cada vez que ha tenido oportunidad y así se lo hemos hecho saber. Hoy sus paisanos no lloramos la pérdida de un personaje ilustre, hoy sus paisanos lloramos la pérdida de un queridísimo Hijo Adoptivo.

Con su particular acento, Michael Robinson siempre ha dejado constancia de su gran vínculo con la ciudad y con el equipo. No sólo con simples palabras, sino demostrándolo también en su propia personalidad; con la humildad, la guasa y ese cierto toque de locura tan propio de nuestra tierra. Quizá esto sea la clave para entender esta bonita historia de amor correspondido entre un británico de nacimiento y Cádiz.

Para la memoria quedarán sus lágrimas en el ascenso ante el Universidad de Las Palmas, sus constantes guiños en televisión o incluso la Escuela Municipal de Fútbol de Cádiz, a la que da nombre. Todo ello, unido a las innumerables muestras de cariño que ha recibido tras su fallecimiento, ayuda a comprender la magnitud de la persona que se escondía tras la figura.

Por dar, Michael Robinson nos ha dado hasta una lección de cómo afrontar situaciones adversas en la vida. Y así lo ha cumplido, con una profesionalidad admirable, hasta el final. Ahora su legado es eterno y la mejor forma de agradecérselo es recogiendo el testigo.

Las circunstancias actuales no han permitido que se le dé la despedida que merecía, más allá del día de luto oficial decretado por el Ayuntamiento. Pero no cabe duda, de que la ciudad y sus paisanos le rendirán un homenaje a la altura cuando sea posible. Una forma de reconocerle como una de esas personas cuya huella en Cádiz es enorme.