Carlos Mateos Gil
Madrid, 20 may .- El Leganés cerró la temporada con una derrota ante el Huesca (2-1) en un duelo a priori intrascendente para los visitantes una vez logrado el objetivo de seguir en LaLiga Santander, pero Alexander Szymanowski probablemente lo recordará el resto de su vida.
El extremo argentino pisó el césped de El Alcoraz poco más de nueve minutos, pero a buen seguro le supieron a gloria toda vez que eran el final de un suplicio que arrancó en Riazor el 9 de diciembre del año 2017.
Aquel partido ante el Deportivo de La Coruña fue el último oficial disputado por el atacante hasta el cruce ante los aragoneses. Desde entonces, ha permanecido alejado de los terrenos de juego, viendo desde la distancia los cambios experimentados por el club y luchando para volver a dar su mejor versión.
Un proceso lento cincelado en jornadas diarias de gimnasio al margen del grupo. Y cuando parecía que daba pasos hacia adelante y que se integraba en la dinámica del equipo, distintas complicaciones frenaban de nuevo su progresión.
Pese a esos contratiempos, el extremo nunca bajó los brazos, en gran parte por el apoyo de una entidad que ha sabido tener paciencia y no le ha dejado de lado desde que comenzaron sus problemas físicos.
De hecho, el Leganés no dudó en ampliar su contrato hasta el año 2020 solo dos meses después de su lesión y antes de que se sometiera a la intervención quirúrgica encaminada a solucionar no solo esas molestias en los isquiotibiales tras renunciar a un tratamiento conservador, sino también unas dolencias en la musculatura adductora que ya arrastraba.
Aquello le tuvo de baja hasta final de campaña, cuando Asier Garitano y Martín Mantovani pusieron fin a su etapa en Butarque. Fundamentales ambos para Szymanowski, uno por su confianza cuando pudo contar con él y otro por la amistad que les unía, éste heredó además el brazalete de capitán que había dejado huérfano el segundo.
Esa figura la ejerció en el arranque de la campaña 2018-2019, cuando participó en la presentación de la camiseta oficial del equipo confiado en poder retornar lo antes posible. Y no la ha olvidado en el transcurso de estos meses.
Por ello, hubo mucha satisfacción cuando se vistió de nuevo de corto en un duelo amistoso jugado contra el Rayo Majadahonda en el que disputó los instantes finales y pudo incluso marcar en un remate que se estrelló en un poste.
Superada esa barrera psicológica, el argentino tuvo que lidiar a partir de entonces con la gran competencia que había en el plantel. Perfilados ya los hombres de confianza de Mauricio Pellegrino para afrontar un tramo en el que el equipo madrileño se jugaba la salvación, no era sencillo encontrar un hueco para él.
Dadas las circunstancias, muchos se habían resignado ya a verle otra vez en un enfrentamiento oficial el curso siguiente. Sin embargo, con la permanencia ya sellada, la visita a Huesca se convirtió en el escenario ideal para darle la alternativa a él y a otro futbolista lastrado por problemas físicos, su compatriota Ezequiel Muñoz.
Ambos pudieron pues sonreír y afrontar con la sensación del trabajo bien hecho un periodo vacacional que a buen seguro les servirá para cargar fuerzas después de un curso duro en lo anímico. Con la mente despejada se espera que tanto uno como otro puedan ser de nuevo importantes en el futuro del Leganés.