Se ha impuesto en el fútbol español la absurda moda de que un jugador no puede celebrar un gol cuando se lo marca a su exequipo. Parece que el futbolista tiene que pagar una penitencia por un trabajo del pasado y que es una ofensa alegrarse de anotar un tanto. Los sentimientos se imponen incomprensiblemente a las obligaciones profesionales.
Un ejemplo de esta tendencia sinsentido ocurrió anoche en La Rosaleda. A los cinco minutos de encuentro, Charles conseguía el 1-0 para el Málaga y celebraba el gol uniendo las dos manos en alto y abrazando a sus compañeros con cara de satisfacción. Esta reacción normal enfadó a varios aficionados del Celta, que expresaron en redes sociales su malestar por el festejo del exdelantero del club vigués.
Mientras escribo estos líneas me preguntó qué delito cometió el hispano-brasileño en esa celebración. Entendería el enfado si hiciese algún corte de manga o lo celebrase con una camiseta que pusiera "Fuck Celta" o algo por el estilo. ¿Por qué un profesional no puede alegrarse de lograr lo más bonito que tiene el fútbol? ¿Si un trabajador le quita un cliente a su anterior empresa también debe pedir perdón cuando firme el contrato? Una pena que en el fútbol actual la anécdota tenga más importancia que el propio juego.
Una vez finalizado el partido, Charles respondió a los críticos en su cuenta de Twitter con el siguiente mensaje:
La felicidad y el respeto en una imagen. Hoy era un día especial para mi. Grande @MalagaCF; suerte @rccelta_oficial pic.twitter.com/iPYiZtI10q
— Charles Dias 9 (@Charlesbrau9) enero 3, 2016
A buen entendedor pocas palabras bastan.